Frente al tema de Venezuela, parece haber, en forma generalizada, un criterio dominante. Hay que arreglar las cosas conversando... es necesario sentarse a discutir los problemas... es imperativo que el próximo gobierno trate de rescatar el diálogo....
Todas son frases razonables y convincentes. Pero, son realistas ? Para llegar a acuerdos en cualquier tema y en cualquier ámbito de las relaciones humanas, tiene que haber al menos una
base común; un acuerdo sobre lo fundamental, como dicen los anglosajones. De lo contrario, no habrá más que monólogos más o ménos acalorados, más o menos monocordes.
Hay verdaderamente un acuerdo básico con el gobierno de la república bolivariana? Si se tratara simplemente de visiones diversas sobre la realidad económica o social lo que separa a los dos países, no habría mayor dificultad para restablecer al menos las relaciones comerciales. Pero no parece ser así: el país vecino está construyendo, de forma, por lo demás, bastante accidentada, un nuevo Estado sobre bases revolucionarias, ciertamente, pero que además pretende exportar. Uno de los propósitos del presidente venezolano es realizar un modelo de sociedad según los principios que él entiende como el socialismo del siglo XXI, y en ese proyecto nuestro país es clave por su situación geográfica y su peso específico entre las naciones suramericanas. Y en esas condiciones, una relación pacífica y mutuamente respetuosa queda lógicamente descartada. Por eso, el ideal dominante en estos días, y las esperanzas puestas en el próximo gobierno resultan totalmente irreales como lo demostrarán los hechos, más temprano que tarde.