* Gran impresión parece haber causado en algunos el desfile con el que Chine conmemoró los 60 años del triunfo de Mao. Según algunos comentaristas, el despliegue militar comprueba el poderío de la nación.
Se olvida que esos fastuosos espectáculos fueron inventados en el siglo pasado precisamente por los regímenes que luego fueron derrotados o sucumbieron a su propia ineptitud. Mussolini en particular, fué el padre del despliegue de parafernalia que se volvió la nota característca de los grandes desfiles de propaganda política. Imitados entre otros por Perón en la Argentina, y con menos vistosidad por razones obvias en las marchas de antorchas de Gaitán en Colombia.
Pero fueron los nazis quienes interpretaron con mayor eficacia los conciertos de la vistosidad propagandística en ceremonias impresionantes llenas de una liturgia tan extravagante como anacrónica con sus nibelungos de cruz gamada o sus multitudinarios alfiles uniformados marchando al ritmo monocorde del paso de oca.
Y luego, con un acorde similar, volvieron los desfiles intimidantes de la Plaza Roja frente a la presencia siniestra y gris de los dictadores soviéticos que a partir de Stalin enviaban el terminante mensaje del inminente triunfo de su ideología, al mundo.
Todos cayeron. Así que, si China va a ser la gran potencia que se dice y espera, no será a través de las gélidas coreografías del pasado como nos lo puede confirmar.
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