* Hubo bastante ingenuidad en Juanes si creyó que su anunciado concierto en la Plaza de la Revolución de Cuba iba a dejar indiferente al exilio cubano en Miami.
Nadie, ni siquiera ellos, duda de la sinceridad y de la buena voluntad e intenciones del artista. Y por fuera de los furiosos integrantes de esa comunidad, todos estamos de acuerdo en que es ridículo interpretar la presentación, como un acto de propaganda del régimen. Con ese criterio, ningún artista norteamericano hubiera podido presentarse en Moscú, al menos en los últimos años de la guerra fría, como efectivamente ocurrió.
Pero el Exilio cubano es intransigente en su oposición, Quienes lo perdieron todo o vieron a sus mayores perderlo, no le perdonan ni le perdonarán a la Revolución y a sus líderes el haberlos despojado, y el haberlos privado de su patria. Y lo peor, es poderoso política y económicamente. Al extremo de que influye poderosamente en el campo electoral del país. Es por ello que el embargo, que para muchísima gente de allá es un fastidio injustificado, no ha podido ser levantado.
Por todo ello, los admiradores de Juanes esperamos que, pase lo que pase, el cantante no salga perjudicado de alguna manera de este incidente.
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