,Se ha posesionado el tercer Presidente ruso de la era post-soviética, en una fastuosa ceremonia en el Salón de San Andrés en el Kremlin, insprada en lo que fuera la Coronación de Alejandro II en 1.862, que incluyó también bendición por el Pastriarca Alejo II en la Catedral Ortodoxa de La Anunciación. Por su parte, el Presidente saliente solo durará unas cuantas horas en esa condición, pues pasará a ser Primer Ministro. O seguirá siendo la máxima autoridad, como lo creen todos los analistas occidentales, para quienes esta maroma política no ha sido más que una estratagema destinada a burlar las normas que impedían una tercera elección de Vladimir Putin.
Para ellos Medvenév, no es más que una figura de paja que no tendrá verdadera autoridad, y solo seguirá las órdenes del ahora ex-Presidente, hasta que, cumplido su período, se haga a un lado para permitir, ahí si, el regreso de Putin.
Pero a vecesa sale lo que no se espera. Y Rusia es un país tan impredecioble que cualquier cosa puede pasar en el futuro. Por lo pronto, el mundo se ha sorprendido con el espectacular desfile militar que ha enmarcado el cambio político, y que ha reeditado los grandes despliegues de parafernalia bélica propios de, la era soviética, con el cual se ha querido sin duda significar que una Rusia nuevamente poderosa ha regresado. Aunque no todos estén impresionados.
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