jueves, 1 de mayo de 2008
Primero de Mayo
Como nos recuerdan puntualmente, cada año, el primero de mayo conmemora la masacre de Chicago, en la que unos trabajadores anarquistas que se manifestaban en defensa de la jornada laboral de ocho horas fueron muertos a bala por la policía a fines del siglo XIX. "Ajusticiados", dice torpemente un escrito que pretende homenajearlos en Wikipedia. En realidad parece que el día primero de mayo no es el del trabajo sino el de los trabajadores, y no se celebra precisamente en donde nació. Hoy, en efecto, se realizan manifestaciones en los EE. UU., pero a favor de los inmigrantes y de otros variadas causas. En el resto del mundo los sindicatos realizan sus tradicionales marchas, como siempre ha sido, no importa que el sindicalismo esté de capa caída y en retroceso en el mundo entero, bien por falta de entusiasmo entre los paises pobres y de proletarios en los países ricos. Pero falta lo que se convirtió en una especie de acontecimiento representativo de todos los demás: el estruendoso desfile civico militar de la Plaza Roja con sus vistosos uniformes, y banderas y banderolas, y camiones y tanques y trompetas y aviones volando por encima, y sus infaltables misiles de última generación, para darle trabajo a los incansables analistas estratégicos del Pentágono. Y en la tribuna, presidiendo ese despliegue multitudinario, la sombría gerontocracia comunista con sus gorros de astracán enfundados hasta las cejas para protegerla de la gélida primavera moscovita. Desaparecida esa litúrgica celebración, solo queda la abigarrada manifestación de la Habana, tan multicolora como anacrónica, este año bajo la presidencia, también en la infaltable tribuna, del General Raul Catro, que saluda a la manera soviética a la bullosa multitud que marcha portando gigantescas fotos de él mismo y de su hermano, convertido poco a poco en el consagrado ícono de la Revolución.
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