lunes, 11 de mayo de 2009

El Castillo del Conde Vampiro vuelve a la nobleza

Sesenta y un años tuvieron que pasar para que la familia de los Habsburgo recuperara todos sus derechos sobre el llamado Castillo de Drácula. El Estado rumano cederá a sus legítimos propietarios la fortaleza medieval que supuestamente inspiró al irlandés Bram Stoker para describir el castillo de su célebre personaje, el Conde Drácula. 

Así, todo quedará en la nobleza, y el Castillo del Conde Drácula pasará oficialmente a manos del Archiduque Dominic de Habsburgo, hijo de la princesa Ileana de Rumania. 

El Castillo de Bran –ese es su verdadero nombre- está situado en la provincia de Brasov, en el centro de Rumania. Los primeros pasos para que volviera a manos del Archiduque se dieron hace tres años y -aunque llegó a estar en venta a un precio récord en 2007- hasta hoy fue administrado por el Estado rumano. 

El monumento histórico del siglo XIII había sido incautado a la familia real de Rumania por el Gobierno comunista en 1948. 

Bran es uno de los grandes atractivos turísticos de ese país por su supuesta relación con el Conde Drácula y con su inspirador, el señor de la guerra del siglo XV Vlad Tepes, "el empalador" en el que se inspiró Bram Stoker para escribir su obra de 1897. Y por su supuesta historia como residencia de la familia real en la época de oro de este Estado balcánico, entre final del siglo XIX y principios del XX. 

La mayoría de los especialistas sostienen que Vlad Tepes nunca vivió en esa fortaleza de la frontera entre los viejos reinos de Valaquia y Transilvania, pero la leyenda y las oportunidades de hacer negocios pueden más que la historia científica y toda la fama del lugar se debe a su condición de Castillo de Drácula. En sus alrededores, decenas de comerciantes venden remeras y recuerdos con el rostro y la marca del Príncipe de las Tinieblas. 

Más allá del uso tradicional que pueda darle la familia de los Habsburgo al castillo recuperado, el Conde Drácula y sus mitos prometen ser siempre rentables y divertidos, aún cuando la mayoría de los turistas abandonen Bran decepcionados y sin haber encontrado a los tenebrosos vampiros que buscaban.

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