* Obama, por supuesto, sigue teniendo sus admiradores y partidarios, especialmente entre los más fieros adversarios o críticos del gobierno Bush. Que son, entre otros, los componentes de la izquierda más o menos moderada internacional, ya que la otra nunca le ha tenido sino desconfianza.
Pero las críticas arrecian: se comenta mal su manejo de la guerra de Afganistan, y se ridiculiza su pelea con la BP, y la intención de darle a los directivos "una patada en el culo". Aunque todavía tiene fuertes apoyos, el número de los descontentos va en aumento, y poco a poco su imágen se va aproximando a la del presidente Carter, quien, por cierto, no logró ser reelegido.
Obama, en suma, va cosechando desafectos a pesar de que sus programas apoyados por el Congreso son, en teoría, impresionantes: reforma al sistema de salud, reforma al sistema de control financiero, y otras iniciativas. Pero, al parecer, esos programas tienen demasiadas limitaciones. El control de la banca, por ejemplo, está lleno de excepciones y requisitos que, según algunos, lo hacen ménos efectivo de lo que parece, y en todo caso, lo muestran muy alejado de las ambiciosas intenciones de los europeos.
Es posible que el Presidente sufra los efectos de una recuperación económica que es todavía muy endeble, como lo muestran las cifras de desempleo, que, aunque -es bueno recordarlo- no llegan a la magnitud de las europeas, son muy altas para un país donde tradicionalmente los beneficiarios del cheque por desocupación constituyen una cifra manejable.
En todo caso, Obama sólo se salvará si esa recuperación se consolidad y se hace meas sólida. De lo contrario, puede pasr sin pena ni gloria por la oficina Oval.
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