lunes, 20 de octubre de 2008

Del cercado ajeno: Michael Burleigh

Michael Burleigh, historiador británico de 53 años, es flemático y nunca eleva la voz. Pero es un fajador implacable, curtido en mil debates y con años a cuestas de batallas contra la izquierda y lo políticamente correcto. Su tema es el terrorismo y su erudición la ha plasmado en Sangre y rabia. Una historia cultural del terrorismo (Taurus). "La tolerancia multicultural de las sociedades europeas ayuda a los terroristas", concluye Burleigh, que contrapone la sociedad británica al "cosmopolitismo" de Estados Unidos.

"La tolerancia multicultural es una construcción de la izquierda liberal", apunta este pensador forjado en Oxford y en la London School of Economics y autor de El Tercer Reich, obra galardonada con el prestigioso premio Samuel Johnson. El multiculturalismo contra el que advierte es el siguiente: "Es una ideología que reduce la complejidad y divide a la sociedad en tribus enfrentadas con una única identidad. Por ejemplo, si eres musulmán no puedes ser gay, y te representará ante el Gobierno un autoproclamado líder tribal con un discurso victimista. Este entorno facilita que arraigue el discurso de la queja que alimenta a los terroristas".

Para su indignación, los Gobiernos europeos suelen promover este multiculturalismo: "Se hace predominar siempre la interlocución con los autoproclamados líderes tribales, con lo que se refuerza su visión monolítica de la comunidad con sus enemigos y se agrava el problema", recalca tras despotricar contra The Guardian y otros templos del progresismo británico, a los que considera demasiado contemporizadores con el islamismo radical que nutre de terroristas a Al Qaeda y otras organizaciones. A su juicio, es un error tacharlas de "islamo-fascistas" porque su espejo es el bolchevismo: "Hay una pequeña élite y un líder supremo que deben iluminar a una gran masa ignorante".

Burleigh no oculta su "conservadurismo realista, escéptico frente a los neocon", pero sobre todo indignado ante el "antiamericanismo" de la izquierda europea: "El compromiso de EE UU respecto a la seguridad europea lo ha obligado a reservar no pocos recursos en materia de defensa para destinarlos a los programas de bienestar social", opina. Él se opuso a la invasión de Irak, pero juzga absurdo seguir enredados en este debate porque, en su opinión, de lo que se trata ahora es de evitar que Al Qaeda obtenga armas de destrucción masiva. Por esto señala Pakistán, que dispone de armas nucleares, como el frente clave.

El trabajo de Burleigh tiene voluntad enciclopédica y trata de desentrañar los elementos culturales comunes entre un anarquista de finales del siglo XIX y un yihadista de principios del siglo XXI, pasando por revolucionarios sesentayochistas y libertadores de todo tipo de naciones, la vasca incluida. Por distintos que sean en cuanto a formación e ideología, todos comparten algo: "Tienen una visión romántica de uno mismo: están convencidos de que ellos en particular van a dar un gran empujón a la historia".

La ideología queda entonces en un segundo plano. "Se utiliza para explicar las acciones, pero no es lo importante", opina. Y añade: "No comparto los eslóganes que dicen que siempre es bueno hablar. ¿De qué puede hablarse con Al Qaeda? ¿Sobre qué puede negociarse?", se pregunta.

¿Pero no fue la negociación lo que logró acabar con el IRA? No, en opinión de Burleigh, que sostiene que las lecciones que se desprenden del fin del IRA son exactamente las contrarias y que España debería tomar nota de ello para lidiar con ETA. "El IRA fue derrotado porque fue infiltrado totalmente por el espionaje británico", apunta. "La derrota militar fue total y luego se buscó una manera de ayudarlos a abandonar las armas", añade. Y concluye: "Siempre tiene que ofrecerse una salida , pero antes hay que derrotarlos".

No hay comentarios: