domingo, 12 de octubre de 2008

"Les enemies publiques"

Francia se ha permitido muchas veces  despreciar publicamente a sus glorias literarias, desde los juicios por inmoralidad de Flaubert y Baudelaire a las veleidades drogadictas de Françoise Sagan. Pero ahora, dos de los autores auto proclamados víctimas, han unido fuerzas para expresar su indignación por ser constantemente  "vomitados", ridiculizados y victimizados por su nación.

Michel Houellebecq, el novelista premiado y ya maduro enfant terrible, y Bernard-Henri Lévy, el atildado filósofo de izquierda, son ejemplo de la relación de amor-odio que mantiene Francia con sus  best-sellers literarios de exportación. En una sorpresiva alianza, los dos han producido un libro de cartas cruzadas mutuamente sobre el vitriolo que han recibido y los ha convertido presuntamente en los "personajes apaleados de nuestra era en Francia".

El libro Enemigos Públicos, que aparece esta semana esta siendo promocionado como la sensación literaria del año, seguro de encender la batalla contra los críticos, algunos de los cuales ya hablan de lo que consideran obra de incomparable vanidad y egotismo, y de una preciosa mirada dentro de la mente de las celebridades literarias francesas.  

Houellebecq, el más controvertido escritor de Francia, fué celebrado como gran representante del nihilismo tras la publicación, hace 10 años de su novela  Les particules elementaires. Hoy dice que su relación con los franceses es totalmente odiosa, y que una "guerra de exterminación" se ha declarado pontra él.

Escribe que a sus críticos les encantaría empujarlo al suicidio, o a dejar de escribir. No le importa vivir en Irlanda como exiliado tributario, pero teme que nunca más pueda organizar lecturas en Francia.   

A pesar de tratar de dejar de buscar referencias a él por Google, admite que está paranoico y agrega: "Si alguien tiene hoy en día razones para estar paranoico en Francia, soy yo"  

Houellebecq también habla por primra vez en detalle sobre sus padres, contestandole a su madre, quien recientemente publicó su propio libro llamandolo "pequeño bastardo estúpido".

En un escándalo literario que apasionó a Francia, ella, que lo entregó a sus abuelos al nacer,  le lanzó insultos por los medios radiales.   

Houellebecq dice que solo ha visto a su madre unas quince veces y que es más "bruja" que las "peores madres de la literatura moderna". Y a sus amigos les comentó al leer lo que ella había escrito sobre él, que si así pensaba, hubiera sido más fácil abortarlo que dejarlo nacer.  La llama "una criatura absolutamente egocéntrica, de verdadera aunque limitada inteligencia" y dice que ni siquiera logra odiarla.    

Podría ser que no tener ni haber tenido nunca madre lo "refuerza"a uno, escribe él, pero de un modo que no le desea a nadie: uno nunca puede considerar el amor como algo garantizado, y le resulta difícil creer en él permaneciendo como una especie de  "niño salvaje", nunca sereno, "siempre listo a morder". 

"Porqué tanto odio?" pregunta Lévy del vitriola que también llega a su puerta. Conocido en Francia como BHL, atrae la burla con sus vestido blancos y espumoso cabello cuando viaja a sus casas por el mundo con su glamorosa esposa y sus incursiones en la geopolítica, incluyendo trabajos sobre Bosnia y Darfur y sus correrías por Afghanistan como enviado francés. En su libro dice que tiene un ego "a prueba de balas", que hubiera sido un excelente agente secreto y compara los ataque contra él con los que sufrió  Jean-Paul Sartre. Acepta igualmente que la "tentación hacia la paranoia" podría ser otra  "zona de locura".

Houellebecq, a pesar de la rabiosa discusión sobre su vida privada, comenta que prefiere el sexo por la mannana cuando solo está medio despierto.  BHL prefiere "los ojos abiertos" la plena lucidez.

El diario Libération dijo que lo que podría ser un show circense de dos monstruos que aman odiar, en realidad muestra a los escritos como "casi humanos".

El Nouvel Observateur dice que a pesar del irritante punto de vista de los escritores sobre sus contemporáneos, el libro contiene castas que son "fuertes, radicales, e incluso conmovedoras" en la medida en que los dos "consistieron en volver a tierra"  para hacer confesiones y darnos trozos de recuerdos y memorias.       

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