Poqué -pregunta Taleb- tenemos la tendencia a confundir "improbable" e "imposible" ? Ello ocurre, entre otras cosas -dice él- porque la evolución no ha estimulado al hombre a elaborar una concepción probabilista compleja. Nuestro largo pasado de cazadores-colectores nos ha dispuesto para tomar decisiones rápidamente con fundamento en un mínimo de pruebas y con base en teorías reductoras. Ello es así, sin duda, porque quienes huían corriendo al ver un león, a partir del postulado grosero de que todos los animales salvajes devoran forzosamente a los humanos, tenían más posibilidades de sobrevivir que quienes preferían verificar empíricamente esa hipótesis. Al igual de que existen cisnes negros, existen leones amistosos. Pero es mejor prevenir que curar.
Este modo cojo de pensar es también un producto de la filosofía, las ciencias sociales y la historia occidentales. Los platónicos nos han animado a preferir la teoría simple a la realidad confusa -lo que nos incita también a no seleccionar sino los datos que cuadran con nuestras teorías. Taleb aborrece además, toda esta tendencia que tienen, entre otros, los economistas, a suponer que todo se conforma a lo que se llama a veces la "distribución normal", la "curva en campana", o curva de Gauss, así llamada en honor del matemático alemán Carl Friedrich Gauss.
Evidentemente, dice Taleb, una curva que represente la estatura de todos los estudiantes de una universidad tendría forma de campana, con una mayoría de valores reagrupados alrededor de la estatura mediana, y solo una minoría ínfima se situaría más alla de los 2 metros y más acá de los 1.20. Pero es un error fatal ver por toda parte curvas en campana. La distribución estadística de los terremotos, las crisis financieras, las guerras y las ventas de libros -para no tomar sino esos cuatro ejemplos- obedece a un conjunto de leyes completamente diferente (llamado a veces "distribución fractal" o "ley de poder"). (cont.)
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