La prensa ha publicado en estos dias el caso de una joven holandesa que se enroló en la guerrilla y allá permanece. Ocurre que su diario fué encontrado, y eso la disparó hacia la notoriedad. En su país la noticia ha causado conmoción y según se dice, indignación. En verdad hay que juzgar con menos severidad estos casos de jóvenes europeos nacidos en países en donde existe comodidad y bienestar, que se aventuran sin explicación en nuestras selvas tropicales. Vienen de sociedades prósperas cuyos miembros gozan de todas las seguridades y de una estabilidad que nosotros envidiamos.
Porque el resto de la humanidad, aquejada por la pobreza y la desigualdad, mira a esos países como si ellos representaran la solución a todos los problemas. En ellos estaría la realización del destino final o al menos la antesala de las grandes utopías de igualdad y prosperidad por las que se ha venido luchando.
No obstante, también en esas sociedades se encuentra, en diversos grados la insatisfacción. Alexis de Tocqueville se refería a ellas cuando, hablando del poder tutelar que las preside, destacaba su acción detallada, regular, previsora y suave. "Se parecería al poder paterno si, como éste tuviese por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero, por el contrario, no persigue más que fijarlos irrevocablemente en la infancia; le gusta que los ciudadanos gocen, con tal que no piensen más que en gozar. Trabaja gustosamente por su felicidad, pero quiere ser el único agente y el único árbitro de ella; provee a su seguridad, provee y asegura sus necesidades, facilita sus placeres, conduce sus principales negocios, dirige su industria (. . .) ! Que lástima que no pueda quitarle enteramente la molestia de pensar y el trabajo de vivir !"
Un escritor de moda en Francia, Michel Huellebeck los llamó los "paises siniestros, donde los hombres se suicidan a los 40 años".
Si todos los sueños están realizados, entonces hay que buscar nuevos sueños en otra parte. Por ejemplo en nuestros países. Y entonces vemos esos jóvenes vigorosos y bien alimentados queriendo internarse en la selva, convencidos de que están ayudando a resolver nuestras dolencias sociales, cuando en realidad lo que están haciendo es tratando de resolver su desierto interior. . . .
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