Como ocurre periódicamente, recibo una de esas cartas en las que un mundo de personas se unen para defender alguna causa ambiental. Ahora se trata de la deforestación amazónica. Yo no voy a discutir que ese hecho constituya una grave amenaza contra la supervivencia humana (que es al fin y al cabo el leit motiv de todas las campañas de defensa del medio ambiente).
Lo que me fastidia es que estas campañas vienen casi siempre de los países desarrollados y en especial de las opulentas sociedades europeas. Ellas arrasaron por siglos con sus propios recursos al extremo de que tuvieron que inventarse el consumo de aguas embotelladas porque sus propias aguas naturales son impotables. Ahora, cuando ven que su propia existencia está amenazada por los riesgos que corre el "pulmón de la tierra", pretenden imponerle su tradicional visión a un país soberano como Brasil. En otras palabras, lo que les preocupa no es la pobración brasileña, como tampoco les preocupa el resto de latinoamérica. Se preocupan por ellos mismos. -Acaso hacen campañas para ayudar a los africanos, que se mueren todos los días de sida, para que sus laboratorios abaraten las drogas que ellos necesitan para vivir ?
Pero, si a las gentes de los paises pobres se les exigen sacrificios, como renunciar a un desarrollo más acelerado, en nombre de la supervivencia de toda la humanidad, -no sería justo que el mundo desarrollado hiciera a su vez el suyo tomando a su cargo la tarea de propiciar el avance de los pobres con medidas de apoyo eficaces ? Sin embargo, de eso no se habla.
Es por eso que sospecho y desconfío de esas campañas.
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