* Siguen los problemas en Irán. Como lo señala el NYT, no hay transparencia alguna en el país que permita seber con certeza lo que pasó en la elección; pero la dura reacción del gobierno, fprtalece la sospecha de que las acusaciones de fraude hechas por la oposición, tienen fundamento.
Apenas terminada la elección, y cuando se esperaba un resultado bastante cerrado, las autoridades ya estaban declarando la victoria del Presidente Mahmoud Ahmadinejad. Y además con una avalancha: 62.2 contra 34. Por ello le resulta difícil aceptar a los partidarios de Moussavi que después de las enormes manifestaciones que su nombre convocó durante la campaña, aparezca al final con tan magra votación.
Cuando los protestantes se tomaron las calles en las más fieras demostraciones de la década, la policía los golpeó con sus bolillos, el gobierno cerró las universidades de Teheran, bloquó los celulares y los mensajes de texto, y cortó el acceso a las páginas Web.
Hoy las protestas continuaban, mientras que unos 100 miembros prominentes de la oposición eran detenidos, y se expulsaba a la prensa extranjera del país.
Después de cuatro años de Ahmadinejad, con una economía en quiebra, e incesantes confrontaciones con Occidente, muchos votantes optaron evidentemente por un cambio. Y eso fué lo que prometió el señor Moussavi, quien también prometió incrementar las libertades, incluso para las mujeres. Si Teherán se niega a reconocer la voluntad de su pueblo, -la gran mayoría del cual es demasiado joven para recordar la Revolución Islámica de 1.979-, el gobierno perderá aún máss legitimidad.
Los mullahs han mantenido hasta ahora su dura política represiva en Irán. Falta por ver si aún recuerdan lo que sucedió cuando el Sha perdió el apoyo del pueblo.
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