Otro Airbus en el mar

* El avión estrellado en el Océano Índico, un Airbus A-310, no hace pensar en que el fabricante europeo haya estado fallando de alguna manera. No. El problema, en esta ocasión es el de la seguridad aérea en Africa.

El continente (se puede seguir diciendo "negro" ?) parecería ser el centro de una actividad aérea verdaderamente asombrosa. Sólo la república Democrática del Congo tiene 58 compañías de aviación. Sólo que no se trata de verdaderas empresas sino de negocios, la mayoría de un solo avión, operados algunos por sus propios dueños y operando a la buena de Dios en territorios donde las ayudas de vuelo y los controles no son precisamente aceptables.

Pero el problema más grave es el mantenimiento de las naves. En las compañías sujetas a protocolos internacionales de control operativo, ciertas piezas e instrumentos se cambian obligatoriamente después de un determinado número de horas de vuelo, sin importar el estado en que parezcan encontrarse. Es una norma que busca asegurarse de que no se produzcan fallas por fatiga del metal o por desgaste de los instrumentos y equipos del avión. Infortunadamente, esas cautelas no existen en las pequeñas, -y a veces no tan pequeñas-, compannías aéreas de África y Asia, donde, según se sospecha, van a parar muchos de los equipos desgastados que se les cambian a las primeras.

La Unión Europea tiene una lista de, al menos 200 compañías a las que no se les permite volar en Europa, por no ofrecer garantías de seguridad. Por desgracia, esa prohibición no se extiende a los ciudadanos del continente europeo o de otras partes que vuelan en ellas: 66 de los muertos del nuevo accidente eran franceses. Y los otros, de muchos países.

En el vuelo accidentado, de la Yemenia Airlines que volaba entre la capital de Yemen, Sanaa y Moroni, Comoros, cayó al mar a 16 kilómetros de su destino, con 142 pasajeros y 11 tripulantes. Milagrosamente, una niña francesa de 13 años, Bahia Bakari fué la única sobreviviente; no así su madre, con quien viajaba.