Para la posteridad, tomado de Clarín:
A los 50 años, Michael Jackson intentaba reconstruir un reinado perdido, que había edificado a base de talento y visto desaparecer lentamente ante sus propios ojos. Estaba orgulloso de su esfuerzo y preocupado por su legado, una actitud más propia de un padre responsable de tres hijos que de un niño eterno que se niega a crecer. Había descubierto que existía la chance de volver a intentarlo, pero no para resolver su debacle económica, sino para pisar nuevamente un escenario y reencontrar el sentido de la vida en la punta de sus pies. Estaba dispuesto a realizar un esfuerzo demoledor. Lo esperaba una gira gigantesca de 50 fechas, para la que ensayaba y entrenaba con el mismo rigor de siempre. Sin embargo, ya no era el mismo. Su cuerpo malherido, esa armadura camaleónica que fue modificando con los años al mismo tiempo que transformaba su identidad, no pudo resistir el intento por resurgir de sus cenizas. Su corazón, que supo marcar el pulso musical de toda una generación, dijo basta. Desde ese momento se multiplicó el dolor por la noticia, se sucedieron los homenajes por doquier y se instaló una duda capital: ¿cuál fue la verdadera causa de su muerte?
La fastuosa mansión de Holmby Hills, que alquilaba por 100 mil dólares al mes, fue el escenario de una muerte que todavía no tiene explicación, pero que ya puso bajo sospecha a un grupo de personas. El círculo íntimo del artista está bajo la mira de la Justicia y ya se entrevé una certeza: el paro cardíaco que le dio muerte sería consecuencia de los efectos de medicamentos administrados por uno o varios de sus médicos. En tanto, la "Jacksonmanía" volvió a generar millones y millones de dólares, y una sórdida trama de declaraciones inauditas, peleas y acusaciones digna de una telenovela vespertina se desató entre amigos, familiares y empleados, que parecen pelear por saber la verdad de lo ocurrido, por sus riquezas o por ambas cosas.
La Fiscalía General de California y la DEA, la oficina de lucha antidroga del Departamento de Justicia estadounidense, encabezan las investigaciones y trabajan sobre cuatro hipótesis. La primera, la muerte natural, fue casi descartada desde los exámenes iniciales. El hallazgo de gran cantidad de calmantes en la residencia donde vivía Michael Jackson reorientó la causa hacia tres posibilidades: sobredosis, mala praxis médica u homicidio. En esta línea de trabajo, ya hace varios días que se recaban datos entre los profesionales de la salud que atendieron el último tiempo al cantante y que se buscan indicios de drogas recetadas y de prescripciones médicas. "Ahora, es clave el resultado de las pericias toxicológicas", afirmó William Bratton, jefe de policía de Los Angeles, para quien los resultados "ayudarán a develar si hay que investigar una sobredosis accidental o un homicidio involuntario".
La desaparición de Michael Jackson confirmó uno de los temores iniciales de sus seres queridos: el cantante era mucho más valioso muerto que vivo. Más allá de su descomunal nivel de gastos de la última década, que puso en jaque sus finanzas, las propiedades que dejó el cantante valen cientos de millones. Las estimaciones económicas hablan de una fortuna que rondaría los 700 millones de dólares, más allá de las deudas contraídas con diversos bancos y que fueron respaldadas con varios de sus activos. Está compuesta principalmente por su propio catálogo musical, de nombre Mijac, que está bajo control de Sony, pero que en cinco años deberá pasar a manos de sus herederos, y por una joint-venture con esa misma empresa, con quien comparte los derechos sobre la obra completa de los Beatles. Esta última posesión fue utilizada como garantía de un crédito de 300 millones de dólares que Jackson debía pagar a 10 años y que había sido solicitado en 2008. Además, desde el momento en el que se supo la noticia de su muerte, los fanáticos se lanzaron a comprar su discografía y a bajarla por Internet a un ritmo frenético: tres millones de discos en un mes. Si se recuerda que ninguno de los últimos materiales de U2, Madonna y Britney Spears llegaron a esa cifra se tiene una buena medida del fenómeno. Además, Sony habría ofrecido 50 millones de dólares por los derechos de los últimos ensayos a la compañía que organizaba la gira, ya que tendría planeado realizar una película narrando los últimos días del cantante sobre el escenario.
Con la llegada de los millones de dólares, comenzó el juego de intrigas y la reaparición de algunos personajes que en algún momento fueron cercanos a Jackson. Debbie Rowe, la enfermera que fue madre de Prince Michael y Paris y que renunció a su derecho de maternidad a cambio de una cifra nunca dada a conocimiento público, ahora dice que quiere recuperar a sus hijos, que están bajo custodia legal de Katherine, su abuela. Pero podría retirar su pedido a cambio de una suma no inferior a 3 millones de dólares. Eso sí, primero se encargó de hacer público que ambos no son hijos biológicos del cantante, sino el resultado de una donación de esperma. Arnold Klein, dermatólogo de Jackson y ex jefe de Rowe, primero aseguró que era el padre biológico de esos dos mismos hijos, pero luego del revuelo que provocaron sus palabras se desdijo, aunque reconoció que fue donante de esperma en el mismo banco contratado por Jackson para ga rantizarse su descendencia. También reapareció Grace Rwaramba, la misteriosa ama de llaves que crió a los hijos de Jackson y que fue despedida por razones desconocidas por el propio cantante luego de trabajar junto a él durante 17 años. Fue fotografiada acompañando a los tres niños a una reunión de Testigos de Jehová, lo que provocó el malestar de varios integrantes del clan Jackson. Otra novedad fue la aparición, hace pocos días, de un supuesto hijo secreto de la estrella, llamado Omer Bhatti, de 25 años. Sería el producto de una fogosa relación de un día con una fan de Noruega y el joven habría estado presente en el funeral de Jackson y habría estado viviendo junto a su padre en la mansión de Nerverland desde 2003.
Más allá de todas las disputas, el Rey del Pop dejó en claro sus papeles. En 2002 preparó un testamento en el que lega su fortuna a sus hijos y a su madre, por partes iguales, y en el que excluyó a su padre Joe. Además, designó para la ejecución a su abogado John Branca, su contador Barry Siegel y a su amigo John McClain. Desde que se conoció este documento, la familia Jackson usó la palabra "crimen" y acusó directamente al entorno de consejeros y allegados de estar relacionados con la muerte de la estrella. Joe Jackson fue el primero que afirmó que "algo extraño ocurrió con su muerte". "Esto parece un crimen organizado por quienes me impedían verlo", aseveró. Al día siguiente, Latoya Jackson arrojó otra dura acusación contra quienes rodeaban a su hermano: "Lo asesinaron para quedarse con su plata. Para ellos, Michael era la gallina de los huevos de oro. Lo explotaron todo lo que pudieron y eso causó su muerte". Ella fue quien recibió los resultados de la primera autopsia en nombre de la familia, en la que quedó en claro que su hermano tenía marcas de cuatro pinchazos en el cuello. "No fue una sola persona, esto ha sido una conspiración. Michael valía más de mil millones de dólares y por eso lo querían obligar a hacer una gira de 50 fechas, cuando él sólo
quería dar 10 shows." El tiempo mostrará si estas declaraciones son producto de la búsqueda de la verdad o un modo de apartar del manejo de la herencia al entorno que durante muchos años había logrado rodear a la estrella y aislarlo de sus familiares y amigos de la infancia.
La primera autopsia al cuerpo de Michael Jackson no permitió concluir de forma determinante cuáles fueron las causas de su muerte. Sin embargo, fuentes cercanas a la investigación informaron que en el estómago de Jackson se habrían encontrado restos de un cóctel fatal de drogas: Xanax, un ansiolítico; Fentanyl y Vicodin, dos analgésicos; Dilaudid, un narcótico; y Ambien, un somnífero. Pero de todos los fármacos hallados en la mansión donde vivía el cantante, uno llamó poderosamente la atención de los científicos que registraban el lugar. Se trata del Diprivan, nombre comercial de una droga genérica conocida como Propofol, un anestésico intravenoso que se utiliza exclusivamente para dormir a los pacientes antes de una operación. Es un inductor de sueño, pero entre sus efectos también causa una severa reducción de los ritmos cardíaco y respiratorio, por lo que es desaconsejado para su uso sin orden expresa y mucho menos fuera de una institución médica. La simple sospecha de que su uso pudo haber causado la muerte de Michael Jackson impulsó a las autoridades sanitarias de los Estados Unidos a retirar miles de unidades de Propofol del mercado para realizarle estudios a su composición química y verificar que sus ventas en los últimos seis meses hayan seguido las estrictas regulaciones que posee ese país en la materia.
Según el testimonio que brindó ante la Justicia la enfermera Cherylin Lee, una empleada del cantante que lo atendió el último lustro, Jackson solía pedirle que le aplicara Diprivan para combatir su insomnio, que le impedía dormir más de cuatro horas seguidas por día. Según la enfermera, sus dificultades para conciliar el sueño habrían comenzado en la época de sus innumerables problemas judiciales vinculados con las denuncias en su contra por pederasta. Lee alegó que siempre se negó a hacerlo, porque era consciente de los riesgos que implicaba para la salud. Sin embargo, aseguró que un asistente del cantante la llamó a su casa cuatro días antes de su muerte para pedirle asistencia. Aparentemente, Jackson padecía una serie de síntomas que a su juicio demostraban claramente que alguien le había inyectado Propofol. "Tenía un trastorno del sistema nervioso central que coincidía con todos los efectos que produce el Diprivan. Les dije que inmediatamente llamaran una ambulancia y consultaran a alguno de sus muchos médicos. Al día siguiente fui a trabajar y me pareció que nunca habían llamado a nadie más que a mí", aseguró la enfermera. Para determinar o no la presencia de Propofol en el cuerpo se realizó una segunda autopsia, cuyos resultados se conocerían la semana que viene. El inconveniente que presenta esta pericia es que fue realizada dos semanas después de muerto, por lo que la condición del cadáver hace más difícil poder evaluar con un nivel detallado de precisión cuánta de esta droga podría haber consumido en los días previos a su fallecimiento.
El primer sospechoso que concentra todas las miradas es Conrad Murray, el cardiólogo personal que la productora internacional AEG Live había contratado para cuidar a Michael Jackson de cara a su gira mundial. Murray, de 51 años, es un médico reconocido con licencia para ejercer su profesión en varios estados de su país y es director general de una institución médica llamada Global Cardiovascular Associates (GCA). Fue uno de los últimos que lo vio con vida y se sabe, gracias a la grabación del llamado de emergencia hecho al 911, que realizó equivocadamente los masajes de resucitación cardiopulmonar, ya que no lo tumbó en el suelo y los llevó a cabo en la cama, un error de principiante para un médico especialista con su experiencia. Murray ya fue interrogado en dos ocasiones por los investigadores -una vez inmediatamente después de la muerte y otra dos días después-, que estudian volver a citarlo cuando estén los resultados de la segunda pericia. Fuentes cercanas a la policía de Los Angeles hicieron saber que ya existen pruebas concretas que demuestran que Murray le administró más de una vez Diprivan a Jackson. Si se comprobara esto y si la autopsia señalara que fue ese medicamento el que causó la muerte, Murray podría ser acusado de homicidio involuntario -una figura similar al homicidio culposo en la Argentina- con el agravante de la figura "negligencia depravada", que podría llevarlo tras las rejas por un período de entre 2 y 4 años. Sin embargo, un elemento podría actuar en favor de Murray. Según las declaraciones de los otros presentes en la mansión, el cardiólogo habría arribado con posterioridad a que Jackson entrara en estado de inconsciencia, lo que impediría acusarlo por lo sucedido en las horas previas a la muerte.
A pesar de esto, hay otros datos del pasado reciente de Murray que llamaron la atención de la policía y fueron sumados en las últimas horas al expediente. Por ejemplo, GCA, la empresa del cardiólogo, perdió tres juicios durante 2008, que le costaron 435 mil dólares. Además, tiene otros dos pendientes por 355 mil dólares. Todos estos indicios habrían llevado a la DEA a allanar el miércoles pasado la clínica de Murray ubicada en Houston (Texas) con el fin de estudiar con detenimiento sus libros contables. Expertos en narcóticos y en criminalística tienen la misión de estudiar los 21 documentos y la computadora hallados en la clínica con el fin de intentar establecer si existen prescripciones de Diprivan firmadas por Murray y si hay conexiones de naturaleza económico-financiera entre el cardiólogo y los otros profesionales de la salud que son investigados.
Otro personaje sobre el que se posó la lupa de la Justicia es Arnold Klein, un viejo integrante del círculo íntimo de Michael Jackson. Especialista en dermatología, Klein posee una clínica de cirugía estética en Beverly Hills y es famoso por sus declaraciones altisonantes y sus irrupciones mediáticas. Fue uno de los introductores del uso de bótox en ese país y comenzó a tratar a la megaestrella cuando le diagnosticó vitiligo, una enfermedad degenerativa de la piel. Aunque nunca lo reconoció públicamente, se supone que Klein es uno de los responsables de algunas de las innumerables intervenciones que el cantante se practicó en el rostro. Sin embargo, su vínculo con el cantante trascendió lo profesional y se hizo muy estrecho gracias a un episodio que los acercó para siempre: Klein le presentó a la enfermera Debbie Rowe, su secretaria personal en su clínica privada, cuando Jackson buscaba una madre para sus hijos. La familia del cantante especula con la idea de que ese fue el modo en el que Klein logró establecer una línea directa con la fortuna de Jackson.
Otro integrante del grupo de médicos que es seguido de cerca por la Justicia es Stuart Finkelstein, un médico especialista en adicción a las drogas. Casi una celebridad, Finkelstein también es conocido como el "doctor del rock & roll", ya que se hizo famoso por atender sin éxito a Robert Downey Jr. y a Britney Spears en sus innumerables entradas y salidas de distintas clínicas de rehabilitación. Probablemente, Finkelstein es el médico más odiado por la familia Jackson, al que acusan de ser el verdadero proveedor de fármacos del cantante.
Otro que deberá declarar ante la Justicia es el médico Allan Metzger, que durante los '90 trató a Michael Jackson de lupus, una enfermedad autoinmune. Un antecedente lo colocó en el centro de la escena. En el año 2000 fue sancionado por el Colegio de Médicos de los Estados Unidos por extender recetas a pacientes famosos utilizando los nombres de otras personas, con el fin de proteger sus identidades. Entre otros, fue acusado por ocultar con ese ardid las compras de fármacos de Janet Jackson, hermana de Michael. Esto sumado al hecho de que se comprobó que el cantante utilizaba identidades falsas para comprar drogas legales complicó su situación judicial. Jackson usaba los seudónimos de Omar Arnold, Joseph Scruz y Bill Bray, una práctica frecuente entre los adictos para infringir las leyes que regulan la compra de drogas legales en los Estados Unidos.
También es seguido de cerca por las autoridades el médico Alimorad Farschchian, dueño del Centro de Medicina Regenerativa de Miami Beach. Su nombre surgió por primera vez durante las rondas de interrogatorios llevadas a cabo en 2004 por la policía del estado de Florida, durante los intentos por hallar pruebas en una de las causas que se siguió contra Michael Jackson por abuso de menores. Según Michael La Perruque, un ex guardaespaldas de la custodia del cantante, Farschchian pertenecía al círculo más íntimo y era un secreto a voces que le prescribía toda la medicación que Jackson le solicitaba. En aquella ocasión, el hombre de seguridad dio otra información a la policía que a la luz de lo sucedido contribuyó a complicar aún más su situación actual. LePerruque explicó que Farschchian conoció al Rey del Pop luego de escribirle una carta en la que le aseguraba que podía ayudarlo a disminuir su consumo de Demerol si participaba de un programa de una semana durante el cual lo iba a reemplazar por una droga no adictiva de nombre Buprinex. En apariencia, Jackson accedió y a partir de allí se forjó una relación en la que las recetas médicas y los fármacos eran moneda de cambio habitual entre ambos.
Otro de los guardaespaldas que dio su testimonio en aquellas investigaciones policiales es Chris Carter, cuyos dichos implicaron a otro médico, el anestesista Neil Ratner, que supo acompañar a Michael Jackson durante diez años por todo el mundo durante sus giras. Carter aseguró que Ratner le prescribía medicación a Jackson a nombre de "Michael Armstrong". El anestesista es otro de los médicos del cantante que posee graves antecedentes judiciales. En el año 2002 su licencia médica fue suspendida por tres años debido a una serie de cargos criminales, que incluyeron fraude, falso testimonio y negligencia en el cumplimiento de tratamientos médicos. Ratner debió pasar cuatro meses y medio preso, pero luego recuperó su licencia y volvió a acercarse a Jackson.
Más allá de las excentricidades de su vida y de los misterios de su muerte, Michael Jackson seguirá presente en la memoria popular gracias a lo innovador de su forma de bailar, a su fervoroso despliegue escénico y a su audacia musical para incorporar y mixturar nuevos géneros. Símbolo pop de una época que privilegia la imagen al verdadero rostro del alma, Jackson recreó en carne propia los deseos de una sociedad que intenta amortiguar la infelicidad alterando su cuerpo y consumiendo vorazmente. Atrás quedó su infancia ingrata, el éxito furioso, la riqueza incontrolable, la sucesión de fracasos, las acusaciones, el costoso juicio resuelto en los tribunales y la triste soledad final. Conoció las carencias y los excesos, el rechazo y la ternura. Fue el niño golpeado por su padre y el adulto adorado con pasión por millones. Como a su ídolo Elvis Presley, la muerte lo acunó en su mansión, rodeado de extraños, acongojado por lo que ya no era y adormecido por los calmantes con los que pretendía calmar lo insoportable. Michael Jackson, el Rey del Pop venerado por fanáticos de todo el mundo, dio en la tarde del 25 de junio de 2009 un último paso de baile espeluznante: dejó atrás su cuerpo exánime y se convirtió en una leyenda inmortal.