Poco le duró a Ingrid el entusiasmo y la gratitud por su rescate. Las palabras entusiastas de elogio al presidente, que la llevaron incluso a proclamar la segunda reelección y a afirmar que lo peor que le pudo haber pasado a las FARC hace dos años fué el segundo período de Uribe, fueron apenas celebraciones del momento. Como si hubiera sido sometida a un curso de adoctrinamiento rápido y lleno de materiales indigestos, como una comida chatarra americana, Ingrid despertó completamente transformada. En una entrevista con la BBC afirmó estar en las antípodas ideológicas de Uribe, lo cual es, por supuesto su derecho. Pero, no hubiera mejor haber hecho esas aclaraciones en el país ?
Ningún secuestrado tiene la obligación de aceptar las ideas de quien lo rescata. Basta simplemente con reconocer los esfuerzos que se han hecho para liberarlo. Pero si decide dejarse llevar por la emoción que siente ante el maravilloso parabien de la libertad recuperada, al menos debería guardar prudente silencio mientras reflexiona y recupera la serenidad, y deja que quienes fueron testigos de lo que costó su liberación recobren también la calma. De lo contrario, se arriesga a que lo, o la, malinterpreten.
Ingrid calificó en Paris el gobierno de Uribe como de "extrema derecha", una exageración irresponsable que sorprendió a todo el mundo. Como lo dijo un senador brasileño, Demóstenes Torres, del DEM-GO, "Ingrid Betancourt ataca los resultados políticos de un esfuerzo militar enorme que culminó con su liberación."
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