Después del positivo efecto de sus declaraciones (con la excepción del escritor Fernando Vallejo, único que la tildó de oportunista, entre otros juicios malévolos), Ingrid ha dicho algo que no ha gustado nada: que no vendrá al país el 20 de julio, para estar en la gran marcha para pedir la liberación de los otros secuestrados. Y ha gustado todavía menos, que el argumento dado por ella sea la intervención de su familia, preocupada, según dicen, por que le pase algo ese día.
Con la razón o sin ella, la familia de Ingrid no goza de simpatías entre la gente. Así que esta decisión es un punto negativo para quien ha sido recibida como una auténtica y valerosa heroina nacional.
Y quien sabe si sus compatriotas franceses no la han hecho reflexionar sobre su estusiasta apoyo de la primera hora al Presidente, y le han recomentado cautela y distancia, si quiere conservar sus opciones políticas. . . aquí o allá.
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