Se murió Mister Thomas Huntington. Creo haber comentado alguna vez que este señor no me caía bien. Siempre me pareció que era un adalid de la visión racista WASP de los Estados Unidos. En efecto, desde la publicación de Political Order in Changing Societies, mostró su profundo desdén por América Latina y sus creencias íntimas de la superioridad anglosajona expresada en una cl;ara idea imperial de su país. Cuando publicó The Clash of Civilizations, un artículo breve en la revista norteamericana Foreigh Affairs en 1.993, fué al menos claro en advertir que lo suyo era una simple hipótesis de trabajo. Ello no impidió que los críticos destrozaran el artículo por sus evidentes defectos filosóficos y su grosera superficialidad. Pero el escrito tenía la virtud que más le gusta al periodismo: eras sencillo y simplificador, por lo que fué difundido con entusiasmo en la prensa mundial. Percibiedo el businnes, Mister Huntington lo amplió a través de un libro que fué inmediatamente traducido al castellano y otros idiomas, indicio inequívoco de su escasa profundidad. Recuerdo haber leído a alguno de esos escribidores de poca monta comentando lo extraordinario del libro. Nada raro en los habituales lectores de Coelho.
Más recientemente, Huntington se manifestó claramente racista en Who Are We: The Challenges to America's National Identity, publicado en mayo del 2004. Allí sostuvo con toda tranquilidad la amenaza que constituye la inmigración latinoamericana en gran escala, que según el autor podría dividir los Estados Unidos en dos pueblos, dos culturas y dos lenguajes. Al igual que El choque de civilizaciones, este libro manifiesta una evidente xenofobia al afirmar que Estados Unidos ha sido históricamente un país de cultura protestante anglosajona. Afirma que los "valores" mexicanos como son, según él la falta de ambición y la aceptación de la pobreza como virtud necesaria para entrar al Cielo, son incompatibles con los ideales anglo-protestantes. Huntington pensaba que la introducción de nuevos valores atenta contra el sueño americano, que es el sueño creado por una sociedad anglo-protestante.
Muere pues un personaje por el cual América Latina no tiene porqué sentir simpatía.
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