- Vivimos rodeados de música. De la mala generalmente, pero música al fin, aunque ante ciertas "expresiones culturales" uno tenga a veces que hacer un esfuerzo para aceptar que no son más que manifestaciones de la más pura cacofonía.
Y sorprende descubrir que hasta el siglo pasado, la música no fué nunca una presencia tan permanente. En efecto, por lo que hace a escuchar un conjunto musical, ello era privilegio de las clases más acomodadas, generalmente en teatros, escenarios más o menos exclusivos, o en los palacios y casas de los más ricos, si se trataba de música culta. En nuestro medio, existía la costumbre de reunirse también entre las familias adineradas para escuchar a los artistas que, esos sí, solían pertenecer al pueblo.
La otra ocasión para escuchar música era en las veladas y fiestas populares. Que tenían lugar en las celebraciones religiosas, y por tanto cada cierto tiempo.
Pero en el resto de las jornadas la música no existía como sonido permanente.
Los científicos especulan sobre el papel de la música en la evolución humana. Según algunos, es una expresión desarrollada para la atracción sexual, lo cal se confirmaría con la adoración que les dedican a los cantantes sus apasionados "fans". Pero y qué hay de la música sacra ? Porque, una vez más, fué la Iglesia la que desarrolló al principio aspectos complejos y sofisticados de la música, como el Canto Geregoriano, que todavía hoy se emplea en los monasterios y atrae a una legión de devotos no necesariamente creyentes.
Tampoco hay que dudar que los latinoamericanos somos particularmente fecundos en música: es sin duda lo único verdaderamente importante en lo que somos potencia mundial.
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