* Muchos brasileños, (que no brasileros como nos enseñaron a decir los argentinos vía jugadores de fútbol), dicen que su país no forma parte de América Latina. Y en cierto sentido, tienen razón. La historia del Brasil es completamente distinta de la historia de los países que surgieron de la colonización española. Nu tuvieron guerra de independencia pues el hijo del emperador portugués se trasladó a Brasil, donde se declaró independiente y creó su propio imperio.
Brasil no fué dividido como la América hispana, y por ello no dió lugar a múltiples naciones sino a una sola y única. Pero además recibió una inmigración aún más diversa que la que llegó a la Argentina, y una población negra muy numerosa que ha tenido un impacto aún más fuerte en su cultura que la influencia recibida en los países de habla castellana.
Y precisamente, su lengua es distinta, lo cual ha contribuído decisivamente a establecer una barrera en la comunicación entre las dos partes de Sur América.
Entonces, no parece muy fácil que Brasil se convierta en una especie de país líder de América Latina, como parece creerlo Obama. Por un lado, tendría que adelantar una política de atracción hacia los países que pretende representar y sobre los cuales aspira a lograr un liderazgo. Y por la otra, tendría que resolver el problema de países como Argentina, su claro rival en Sur América, y México, otro de las naciones que no verían con mucho agrado la pretensión carioca de suplantar su influencia en centroamérica, y en el resto del mundo hispano. Así que, Obama tiene que andarse con mucho cuidado, si mide el peso brasileño sólo por el tamaño y el podería económico creciente de su interlocutor suramericano.
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