Pasadas las fiestas de la entronización, los europeos van a tener que despertar de su fascinación para enfrentar al nuevo presidente de los Estados Unidos. Y se van a encontrar con que las cosas, como lo hemos dicho ya antes, no van a ser tan simples y placenteras. Un primer problema es precisamente el carisma de Obama.
Dicho de otro modo, la imágen, tan poderosamente atractiva que proyecta Obama podría convertirlo en un interlocutor temible para sus aliados. Sobre todo cuando les empiece a pedir contribuciones complicadas, como el envío de tropas suplementarias a Afganistán o el recibo por Europa de prisioneros de Guantánamo.
En el Viejo continente se alborozan de la fibra multilateralista de Obama, y por un supuesto renacimiento de la cooperación, especialmente en materia de calentamiento climático. Pero también sospechan, que en caso de desacuerdo, era más fácil declinar las demandas de un Bush debilitado y desacreditado.
Algunos, como el consejero diplomático de Nicolás Sarkozy, Jean-David Levitte, hablan de un "retorno al leadership américaino". Frente a esa perpectiva, los europeos van a quedar obligados a colaborar, si quieren seguir siendo un polo importante, en un mundo en el que el peso de los Occidentales se ha erosionado. Obama " defenderá con las uñas los interes de los Estados Unidos", insiste Levitte.
En los últimos tiempos, aprovechándose de la debilidad americana, Europa ha tratado de trazar su propia agenda sobre temas como el de Rusia o el cercano Oriente. El espacio vacante va a ser reocupado y la visibilidad de Europa palidecerá.
Y es que hay mucha incertidumbre sobre las intenciones del nuevo equipo dirigente americano. Iran nuclear, proyecto antimisiles, reformulación de una política frente a Moscú, Qué grado de coordinación o compatibilidad se les permtirá a los europeos ?
En política exterior, el cambio en EE. UU. podría ser más bien de estilo y de maneras que de fondo, estiman los diplomáticos. En el segundo período Bush, la transición ya estaba en marcha. Ya Washington había empezado a tratar con Siria, con Irán y estaba más atento a las opiniones europeas en lo concerniente a la ampliación de la OTAN a Georgia y Ucrania.
Una cumbre está prevista para abril: las ceremonias del 60 aniversario de la OTAN, en Estrasburgo y en Kehl (Alemania). Francia debe sellar en esa ocasión su regreso a las estructuras integradas de la Alianza militar. Y es de suponer que Obama sea recibido en olor de multitudes extasiadas.
Fascinación que podría enfriarse, como ya se ha dicho, si el presidente reclama más tropas para Afganistán. El cierre de la prisión de Guantánamo es otra causa potencial de problemas, ya que a las capitales europeas, con la tibia excepción de Paris no les hace gracia el eventual recibo de prisioneros.
Y resta el tema económico. Las expectativas recíprocas en materia de regulación de las finanzas mundiales son fuertes. Pero ellas podrían no coincidir.
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