Se anuncia hoy en el periódico cubano "Juventud Rebelde" que se ha autorizado la transmisión por televisión de la serie "Los Soprano". No es la primera vez que una serie americana se presenta en Cuba; en realidad hay varias que ya aparecen y son apasionadamente vistas por la gente. Tal es el caso de House, la interesante historia del neurótico médico, especialista en enfermedades raras. O CSI, la serie de investigación de muertes por científicos de la policía. Esas dos producciones pueden entrar en la categoría de programas de interés cultural, que está claramente consagrada y amparada por las autoridades cubanas. Y en cierto modo también lo está otra serie recientemente autorizada, Grey's Anatomy, aunque en este caso el hilo conductor son más bien las relaciones románticas entre los protagonistas.
Pero el caso de "Los Soprano" es diferente. Se trata de las actividades de un jefe mafioso de New Jersey y los episodios violentos que propicia y en los que participa para asegurar su dominio, tambien las andanzas de los miembros de su "familia". Una serie nada edificante o educativa; pero puede interpretarse como un cuadro de la sociedad norteamericana, decadente, hedonista y materialista, cuadro desde luego falso, pero que le presta un maravilloso servicio a la propaganda cubana. Es una vieja táctica que ya utilizaban los soviéticos. Y que se ve facilitada por las propias películas y programas americanos, empeñados desde la invención de esa forma de espectáculo y de comunicación en las historias maniqueistas.
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