Es, después de Bogotá, la ciudad más cosmopolita del país. Pero, a diferencia de la capital, no ha encontrado la mística que le dé el orgullo que necesita para integrar a sus gentes. Ellos, a pesar de que la aman de verdad, siguen desarraigados sin comprender que solo en la medida en que se comprometan en un propósito común, seguirán a la deriva, eligiendo gentes inadecuadas y desperdiciando sus recursos.
Con una clase política emergente sin cultura ni ideales, Cali es una ciudad que no inspira confianza. Por eso el poder central se ha erigidopen una especie de guardian tutelar que no la deja administrarse del todo a sí misma. Su empresa bandera sigue confiscada por el temor que inspiran sus autoridades regionales. Y mientrAs tanto el tiempo pasa y Cali se rezaga.
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