miércoles, 3 de septiembre de 2008

De administrativistas y literatura

- Los abogados de antes, y los que tienen la sensibilidad de aquellos han sido proclives a la ensoñación poética y literaria. Es algo que no sorprende en los penalistas, volcados a los dramas y as las tragedias de la vida. Y quizás tampoco en los civilistas, cuya disciplina se hunde en la antigüedad, con sus evociones de instituciones de leyenda, de paterfamilias e imperios, de esclavos y plebayos, de señores y artesanos, de glosadores, de tribus medievales, de ideales remotos y de conquistas. Pero en un rama tan técnica como el derecho administrativo no parecería que se pudieran favorecer los vuelos soñadores de los poetas. Y sin embargo, hay una rara afinidad entre las dos: en los años cuarenta un personaje que se escondía bajo el seudónimo de Simón Latino publicaba unos cuadernos de poesía que se hicieron famosos y permitieron que mucha gente conociera la obra de los grandes vates de la lengua castellana. lo que pocs sabían es que tras el citado nombre  estaba Carlos H. Pareja, uno de los primeros y grandes administrativistas que tuvo Colombia. En España hay un experto en la obra de Jorge Luis Borges que ha publicado notables estudios sobre la poesía del gran argentino, por quien expresa una ilimitado admiración y una total devoción. Nadie sospecharía que el devoto es nada menos que el "gran gurú" del derecho administrativo de su país, sumo sacerdote de esa disciplina, Eduardo García de Enterría. Y en Ecuador, un jóven y talentoso profesor de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Miguel Hernández Terán, es un cumplido poeta. Todo lo cual indica que entre las más distantes ideas y disciplinas, se tejen los más inesperados vínculos.

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