Con frecuencia nos molestamos porque los europeos -para no hablar de los americanos, que son un caso aparte-, ignoran todo sobre nuestros paìses. En realidad en relaciòn con ese desconocimiento, que es casi total, hay que hacer varias reflexiones: hay que empezar por aclarar de quienes estamos hablando. Como en toda parte, en Europa hay gente culta que sabe bien como es el mundo. Ha estudiado, ha leìdo y ha viajado. Pero aparte de esas personas, de las clases medias para abajo, hay que hacer precisiones. Los europeos suelen conocer perfectamente a su país. Se sáben su geografía, entienden y valoran su literatura, su música, sus costumbres y sus tradiciones, y están orgullosos de su folclor. Pero allende la frontera, lo ignoran casi todo. Un francés no conoce nada de la historia de España o de la de Bélgica, como no sea lo que ha visto en sus viajes de turismo. Comparte totalmente los estereotipos tradicionales. Un Español no sabe mucho de Alemania, y un Italiano desconoce casi por completo las instituciones inglesas.
Y por supuesto, esperar que ellos conozcan y valoren algo de lo nuestro es una completa tontería. A pesar de nuestros esfuerzos, América Latina es el mundo del "buen salvaje", ese indígena bondadoso e inocente que fué sojuzgado por los españoles y portugueses y vive confinado en remotas reservaciones defendiéndose constantemente de sus voraces congéneres depredadores. En el fondo de las simpatías que los guerrilleros generan, está la convicción de que aún hoy, los descendientes de los"conquistadores" siguen oprimiendo a las tribus que sus antepadados vencieron.
Pero si esa ignorancia es inmensa, no es menor que la que existe en nuestros paises por los otros latinoamericanos. Para un colombiano todos los bolivianos son indígenas. Para un paraguayo todos los colombianos son negros; para un argentino todos los mexicanos son mariachis. Casi nadie sabe de la población alemana de Bolivia o de los negros de Uruguay, o de los vascos de Chile, o de los portugueses de Venezuela. Nadie, o muy pocos de entre nosotros tienen una idea aproximada de las riquezas de Quito, de los tesoros artísticos de Sucre en Bolivia, del desierto de Atacama, de la belleza excepcional de Guanajuato, de la historia de Córdoba, Argentina, de los guaraníes paraguayos o del teatro de ópera de Manaos, para no hablar de las miles y miles de tesoros de la geografía, de la historia, y del arte de este inmenso continente.
Y si no sabemos nada de lo nuestro, que podemos saber del Oriente ? de Tailandia, de Camboya, de Vietnam, para no hablar de China, Japón, o la India, Paquistan, Afganistán . . .
O de Africa ?
Es bueno que lo recordemos cuando criticamos a las gentes de otros continentes.
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