sábado, 24 de mayo de 2008

Karaoke

Con algunas osadas excepciones, antes del karaoke, la gente que sabía que no tenía facultades para cantar, se abstenía de intentarlo, librando de ese modo a sus amigos de la cacofónica exhibición de sus limitaciones. Pero llegaron los japoneses con su imprudente invento, y todo el mundo se creyó un Pavaroti en bruto. Y se volvió costumbre alterar el grato deslizarse de la alegría festiva en las reuniones sociales con el anuncia horripilante de que "ya tenemos karaoke". Y lo que antes, podía ser la agradable velada con el amigo que tocaba, más o menos, guitarra mientras entonaba con su bonita voz de aficionado las mismas canciones siempre, (discretamente acompañadas por alguna otra voz en ciertos pasajes generalmente conocidos,) se transformó en un vocerío de coros destemplados durante interminables horas. Había sin embargo algunos que ni siquiera  con ese artefacto torturante podían intervenir: quienes nunca recuerdan ninguna canción, porque el karaoke, a pesar de hacer aparecer la letra, solo le sirve a quienes recuerdan la melodía.

Pero ahora ha aparecido un nuevo aparato infernal: se llama Midomi, y a pesar del nombre no es japonés sino californiano.  Se debe a la inventiva de un ingeniero electrónico llamado Keyvan Mohajer (de donde será ? indio mohave ?) quien con otros cinco compañeros desarrolló el "ingenio" entre cuyas virtudes está identificar y adaptar una canción con solo que el interesado tataree algun trozo: basta un lá lá lá para que un sofware conocido como multimodal adaptive recognition system (Mars) identifique la pieza. 

Es como quien dice, un refinamiento del karaoke como instrumento de tortura.

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