martes, 20 de mayo de 2008

Peru," vedette".

En medio del ruido que ha acompañado últimamente a casi todos los países andinos, el caso de Perú es singular. Ibamos a escribir que "llama la atención", pero eso es, precisamente lo que no ha venido ocurriendo. Callada y discretamente, la economía peruana se ha convertido en la "vedette" de sudamérica con el más alto crecimiento de la región, (arriba del 8%), como lo destacó hace poco The Economist. Como si fuera poco, J.P. Morgan ha clasificado al país por encima de Chile, como la economía más sólida y confiable para los inversionistas en el subcontinente, superado solo por México entre los países latinoamericanos. Es por ello que el bajo perfil mediático de ese comportamiento ha llegado a su fin, y ahora la prensa y los analistas han empezado a ocuparse de lo que está ocurriendo en las tierras de nuestro vecino del sur. 

Y no hay duda de que para este país es muy alentador ver lo que allí ocurre, si se piensa que el Perú llegó a tener una guerrilla fuerte y numerosa como lo fué Sendero Luminoso, finalmente derrotada hace ya varios años.

Sin embargo, en este cuadro sin duda satisfactorio, hay manchas peligrosas. Como lo destacaba precisamente The Economist, todo ese bienestar apenas está beneficiando a sectores privilegiados de la sociedad peruana, y no ha llegado al pueblo. Lo cual se refleja en la creciente impopularidad del gobierno del Presidente Alan García por una población para la que el "milagro" económico es extraño, lejano y ajeno. Que se presenta, una vez más, como el fracaso relativo de las políticas neoliberales. Y que hacen temer que todo se apoya sobre bases demasiado débiles frente a una sociedad pobre que probablemente no tenga la paciencia suficiente para esperar a que llegue su hora.

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