* Alvaro Gómez decía que uno de los problemas más graves de nuestra manera de ser en Colombia era la incapacidad para pensar en grande. Una sociedad que piensa que la Plaza de Bolívar es enorme, tiene una mentalidad parroquial y pueblerina. Todo nos queda grande: a pequeñas y modestas avenidas las consideramos grandes autopistas. Desafíos como hacer un Mundial de Fútbol son empresas titánicas que se nos antojan irrealizables. Comprar un satélite para resolver nuestros problemas de comunicación fué un proyecto que aterró a nuestros ingenieros.
Alvaro Gómez admiraba en cambio al Brasil: ese país en donde -en sus tiempos-, se producen enormes crisis económicas, inflaciones colosales y desarrollos, esos, si, faraónicos. Como construir la capital en medio de la selva.
Ahora se anuncia que ese país está determinado a construir un ferrocarril de alta velocidad con un trayecto de 510 kilómetros, que seguramente costará grandes sumas de dinero. Pero eso no asusta a los brasileños.
En el fondo de muchas de nuestras carencias está ese temperamento timorato y limitado, que nos has impedido ser un país más agresivo y más audaz.
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