El turismo es una industria. Y su éxito depende de que se atraiga a la gente que hace turismo por lo alto, es decir, a la gente de los países ricos. Son ellos los que gastan, y a ellos se dirige toda la actividad de las instituciones públicas encargadas de "vender" la imágen de un país. Se trata de ofrecer un servicio de la más alta calidad, en Hoteles de gran confort y restaurantes de primera línea. A esos turistas no los seducen los mares de colores (por efecto de las algas) sino las suites de lujo, los casinos y las piscinas atractivas.
Hay quienes defienden un turismo "social". Eso no existe. Ni siquiera Cuba lo practica. Tal vez lo único que se parece a lo que podría ser ese concepto lo inventaron -horror de horrores- los nazis.
Y los turismos ecológico, cultural, religioso etc, etc, existen, pero en términos de importancia económica no generan grandes ingresos. Tal vez tengan un mayor "valor" ético o moral, pero no sirven para impulsar las finanzas de un país. Y mientras no se tenga muy en claro que es así, no pasaremos del puesto 44 en atractivo turístico mundial.
Que un barco lleno de homosexuales visite Cartagena de vez en cuando no constituye ningún hito en el desarrollo de esa industria.
Porque, con la excepción precisamente de Cartagena, no tenemos grandes hoteles internacionales como los tiene por ejemplo Aruba. Y aún allá, la mentalidad de los empresarios parece ser, no precisamente conquistar al turista que se atreve a venir por acá, sino a explotarlo con alojamientos de mediocre calidad, y el trato perezoso y desmañado de los camareros.
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