El "libro de las caras". Parece una gran ingenuidad haber creído que el ya superfamoso sistema de comunicación e intercambio de imágenes de la red, iba a conformarse solamente con los ingresos de la publicidad, sin aprovecharse de la inmensa cantidad de datos e imágenes de toda especie puesta por los felices usuarios en su cuotidiano diálogo, los unos con los otros.
El hecho de que su protesta, al conocer que, prácticamente estaban entregando a cambio de nada, la posibilidad de que los dueños de la organización no solo se pasearan impunemente por su intimidad sino que, además quedaban autorizados a usarla comercialmente, la haya hecho retroceder temporalmente, no significa que la batalla está ganada.
Pronto volverán a las andadas, porque ese es verdaderamente su interés: tener un fichero inestimable, de un número muy grande de personas, para efectos que ni siquiera Big Brother imaginó jamás.
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