El multilateralismo, buscado fruto del multipolarismo, se ha llegado a convertir en la piedra filosofal de la concepción "correcta" de la política internacional para el siglo XXI. Parte del supuesto de que después de la Guerra Fría, y tras un breve periodo de hegemonía americana, el mundo ya no es ni unipolar ni bipolar sino multipolar, fraccionado en diversos centros de influencia y atracción. La consecuencia inevitable es la reclamación multilateral como método decisorio. En esa perspectiva, se habrían acabado las posibilidades de actuación unilateral para imaginar un proceso novedoso en donde las grandes cuestiones internacionales deben ser sometidas a, y resultado de, una vía de concertación y consenso. El multilateralismo seria tanto la plasmación de una realidad ¨"la menguante influencia americana"-como la expresión de un deseo-contemplar el final de la supremacía estadounidense-. El multilateralismo es por ello transparente término codificado para la manifestación de un antiamericanismo más o menos primario, que se refugia en la reclamación de una voluntad colectivamente expresada para cortar las alas y los pies de la potencia dominante. Los cantos a la multipolaridad y a sus benéficas consecuencias multilaterales, que tanto buen fundamento tienen en el orden natural de las cosas, deberían ser escuchados con cautela para separar las voces un mundo basado en el derecho internacional- de los ecos-los intereses de los que quieren sustituir una influencia por otra-.
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