viernes, 15 de agosto de 2008

El Obispo Presidente

Los obispos gobrnantes no son extraños en la historia. Para no hablar de los legendarios cardenales Mazarin o Richelieu, que dirigieron y edificaron el poderío francés en el siglo XVII, enre nosotros tuvimos el célebre Arzobispo-Virrey Caballero y Góngora que traicionó los compromisos de la Corona con los Comuneros de Santander. Ahora, según dice la prensa internacional, ingresa al  club' de la izquierda el obispo Fernando Lugo, nuevo Presidente de Paraguay. El ex-prelado juramentó como presidente y puso fin a seis décadas de hegemonía del Partido Colorado. Le espera una tarea colosal: tratar de disminuir  la pobreza que azota al 40% de los paraguayos. Ante 15.000 personas, nueve jefes de Estado y 97 delegaciones extranjeras, Lugo juró "observar y hacer observar la Constitución" ante el presidente del Senado Enrique González Quintana y la plenaria del Congreso. Lugo, de 57 años, ha generado esperanzas de cambio en la sociedad paraguaya, luego de más de 60 años de monopolio del poder del partido Colorado, una organización que dio sustento a la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-89).

El ex obispo católico necesitará de todo el poder de su fe para poner a andar su proyecto político de acabar con el 'país isla', pulverizar la corrupción que es endémica desde hace más de seis décadas, aminorar la pobreza y rescatar a su nación -en el siglo XIX, una potencia regional- del triste escalafón de ser de las más pobres del planeta junto a Namibia y Botswana. También necesitará del poder político, ese que durante los últimos 60 años ostentaron los 'barones colorados' herederos del dictador Stroessner, y muchos de los cuales aún manejan una de las principales fuentes de ingresos del país: el contrabando.

Su inexperiencia no le evitará estar, debido a su condición de ex religioso, bajo la mirada escrutadora de todo el mundo. Por eso, ya ha tenido que hacer concesiones. En su primer intento por garantizar la gobernabilidad, Lugo tejió una alianza en el Congreso con el polémico ex general golpista Lino Oviedo, que le permitirá contar con el respaldo de 26 de los de 45 senadores (mayoría simple) y 43 de los 80 diputados. El acuerdo, que comenzó a plasmarse terminado el proceso electoral, sorprendió a todos por el perfil político de Oviedo, cuyo pasado lo liga a lo más cuestionado del Partido Colorado y al menemismo de Argentina.

Lugo dio otra muestra de la ductilidad que exhibió en su obispado de San Pedro. En un gesto sin precedentes, y después de largas charlas con el presidente saliente, Nicanor Duarte, le cedió la vicepresidencia de la Cámara baja al Partido Colorado. Con esas maniobras, el ex obispo parecería tener asegurada la gobernabilidad por un año, apenas lo necesario para poner a funcionar su plan para correr la línea de pobreza.

El primer programa que el nuevo gobierno se apresta a lanzar es 'Paraguay, te quiero', que mediante un plan asistencial que se sostendría con aportes empresariales busca modificar la escandalosa desigualdad social del país, en donde el 10 por ciento de los paraguayos más pobres se quedan con el 0,6 por ciento del PIB, mientras el 10 por ciento más rico se reparte el 45,4 por ciento de la renta.

Por supuesto, el plan ha despertado reticencias y, según la gente de Lugo, hasta iniciativas de complot. Ese que ayer denunció Hugo Chávez, quien ya le ofreció al ex obispo "todo el petróleo que necesite" y lo invitó a entrar al Alba, el mercado común que conforman Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua. Lugo se comprometió a "estudiarlo", limitado como está por la imperiosa necesidad de no sacar al país de la esfera de influencia de Brasilia, y así hizo gala de la cintura política propia de un miembro de la Iglesia Católica.

Los grandes retos: reconstruir las instituciones anquilosadas tras 60 años de dominación del Partido Colorado, lidiar con una deuda externa de 2.250 millones de dólares (42 por ciento del PIB) y acabar con la corrupción, un lugar común en Paraguay. Todo ello conforma una agenda prácticamente imposible de cumplir en un lustro de gobierno. No en balde ya advirtió que en el 2009 encarará una reforma constitucional para no desentonar con sus vecinos regionales, aunque de su boca, por ahora, no ha salido una sílaba en cuanto a una posible reelección.


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