sábado, 9 de agosto de 2008

- Legado de Stalin

Las ex-repúblicas de la URSS no han terminado de arreglar cuentas con el sovietismo, y más precisamente, con el estalinismo.  Le conflicto actual de Osetia es una bomba de acción retardada dejada por Stalin cuando, bajo el pretexto de luchar contra el "nacionalismo" de las pequeñas poblaciones, dividió esa región en dos partes: el Norte, unido a la Federación de Rusia, y el Sur, "donado" a su Georgia natal.     

Después de que proclamaron su independencia en 1.991, los Georgianos han enfrentado tres movimientos secesionistas. La república autónoma de Adjaria, en el borde del mar Negro fué integrada a Geogia despuees de la llegada del presidente pro-occidental Mikheil Saakachvili, prácticamente sin que se haya disparado un solo tiro. Por el contrario, la república autónoma de Abkhazia, también sobre el mar Negro se convirtió en independiente después de la expulsión forzada de 200.000 georgianos. Ella no es reconocida por ningún país, pero tiene el apoyo total de Moscú. Lo mismo ocurre con la región autónoma de Osetia del Sur. Su intención de unirse a Moscú ya había desatado una primera guerra en  1991.

El presidente georgiano ha manifestado siempre su intención de defender la "integridad territorial" de su país, a tiempo que propone un estátus de amplia autonomía a Osetia del Sur. El proyecto ha fracasado. Cualesquira que sean las responsablidades en el comienzo de las actuales hostilidades, Rusia, que con el pretexto del "mantenimiento de la paz", mantiene fuerzas en Osetia del Su, lo mismo que en Abkhasia, tiene todo interés en impedir la resolución del conflicto. Ese estancamiento le dá un medio de presión política sobre  Georgia. Y la presión será tanto más fuerte en cuanto Georgia persista en adherirse a la OTAN.  

Por su parte, los Occidentales, y muy particularmente los Europeos, parecen impotentes.  No pueden incitar abiertamente a los Georgianos a ceder a la presión rusa, que ya les está recordando el precedente de Kosovo.  Y si un día tuvieran que escoger entre Moscú y Tbilissi,  no es difícil imaginar para qué lado escogerían. En el criterio de los Europeos, por su parte, el realismo, si no la moral, deberían incitar a los Geogianos a no provocar a los rusos, y a no responder a sus provocaciones. 

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