domingo, 2 de noviembre de 2008

Indígenas

* En este nuevo universo de lo políticamente correcto, hay que sostener que todas las culturas son iguales. Es una de las premisas del multiculturalismo. Pero lo cierto es que, como ha pasado en el mundo entero, las culturas distintas de la occidental, están condenadas a desaparecer. No porque no tengan valores o porque no guarden profundo sentido humano o porque no sean capacer de aportarle invaluables méritos a la tradición dominante. Pero precisamente porque la cultura occidental es dominante, siempre termina por imponerse. Basta examinar el ejemplo de China, con toda su tradición milenaria, abdicando de ella en favor de ese  monumento intelectual de la cultura europea que es el marxismo. Pero ello no significa que el Estado debe abandonar a su suerte a las comunidades indígenas. Tampoco, por supuesto, retrasar el reloj del progreso jurídico como pretende esa petición anacrónica de que el Estado se desprenda de la propiedad del subsuelo. (Una propiedad que, paradójicamente fué saludada como el gran triunfo del indígena Evo Morales en Bolivia). Pero si los indígenas terminarán, a despecho de antropólogos y multiculturalistas, siendo asimilados por las corrientes dominantes, es necesario que esa transición sea lo menos traumática, dolorosa y dura posible. 

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