John K. Gilbraith ha sido tal vez el único gran economista que halló humor en su compleja profesión. A él pertenecen las siguientes reflexiones no exentas de sarcasmo.
.- La gente tiende siempre a defender lo que tiene y a justificar lo que quiere tener. Y su tendencia es considerar justas las ideas que sirven a tal objeto
.- La renta fluye casi siempre a lo largo del mismo eje que la fuerza, pero en sentido contrario.
.- Ciertos profesores, perezosos, incompetentes o simplemente aburridores, y que son abandonados en masa por sus alumnos, atribuyen el reducido numero de sus oyentes a la importancia de sus asignaturas, o al consiguiente rigor de su instrucción.
.- Los privilegiados siempre estan dispuestos a correr el riesgo de la destrucción total antes que renunciar a cualquier parte material de sus ventajas.
.- La sensibilidad de los pobres a la injusticia es una cosa trivial comparada con la de los ricos.
.- Los hombres del mismo oficio raras veces se reunen, aunque sea para divertirse y distraerse; pero la conversación termina siempre en una conspiración contra el público o en algún plan para elevar los precios.
.- Es triste observar que los idealistas, incluidos los refomadores liberales de nuestro tiempo, suelen verse ménos amenazados por sus enemigos que por su propia afición a discutir. Con frecuencia, tienen el convencimiento de que todo debe sacrificarse a una buena disputa sobre los principios esenciales o a un combate hasta el límite sobre quién debe llevar la dirección, si es que hay alguien que deba llevarla.
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