* Con el calificativo que nos sirve de título, The Economist, se refiere al Senado del Brasil. Como en este país la institución más desprestigiada es el Congreso, vale la pena leer lo que escribe el semanario inglés, no porque sea un consuelo de tontos, sino porque seguramente resultará muy sorprendente para nuestros compatriotas, que suelen atribuírle vagamente al "gigante suramericano" -como dicen en España-, las virtudes de su selección nacional de fútbol.
El Presidente del Senado brasileño, -dice la revista-, se sienta en una fina silla de cuero azul diseñada por Oscar Niemeyer. Es posible que sea confortable, pero sus ocupantes han descubierto que es un sitial inseguro. Tres presidentes han sido suspendidos, o han renunciado por escándalos en los pasados ocho años. Ahora un cuarto, el expresidente del Brasil, José Sarney, está tambaleando.
El Senado apenas tiene 81 miembros, pero ellos necesitan un total de 10.000 personas a su servicio. Muchas de éstas se nombran entre los amigos o partidarios políticos de los senadores. Un antiguo miembro de ese staff refiere que uno de sus subalternos decía que el Senado era como una madre para él. Otros lo consideran como un club campestre. Los beneficios de la membresía incluyen seguro médico vitalicio para todos los senadores y sus familias, generosas pensiones y viviendas gratuitas. Los ciudadanos no ignoran estos beneficios, y ellos en realidad no se diferencian mucho de los que existen en muchas otras legislaturas del mundo.
Pero los meses pasados han traído nuevas revelaciones. La policía está investigando unas 600 "decisiones secretas" aprobadas desde 1.995 que le han atribuído empleos e incrementos salariales a miembros del staff. Los Senadores les han dado pasajes aereos gratuitos a sus parientes y han recibido casas gratuitas en las que no viven. La directora de la Administración del Senado Agaciel Maia tiene una casa que vale 5 millones de reales (2.5 millones de dolares) que fué registrada a nombre de su hermano y que por lo tanto no paga el impuesto que le corresponde.
Numerosos Senadores de todo el espectro político son culpables. Cuando el líder del partido de oposición, la Social Democracia brasileña se fué a Paris en viaje de placer, el Senado le pagó los gastos (dijo que era un "préstamo"). Por lo que no sería justo que la oposición obligue a Sarney a renunciar.
Pero lo cierto es que él no puede alegar ignorancia en los asuntos del Senado. Este es su tercer período como Presidente. En un mandato previo en la silla azul, nombró a la Sra Maia en su lucrativa posición. Uno de sus propios nietos celebró contratos con el Senado (Aunque Sarney no era en ese momento Presidente), y además, Sarney omitió en su declaración de bienes ante el tribunal Federal Electoral la gran mansión que posee en Brasilia.
Como pude verse, y para repetir la frase cajonera, en todas partes se cuecen habas.... y no pocas.
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