˚ Es verdaderamente intoxicante la explosión de hipocresía que ha desatado la crisis hondureña. Ver a ese señor Insulso regresar de Tegucigalpa diciendo que los nuevos gobernantes "golpistas" son muy tercos porque no le hicieron caso, es una increible muestra, no se sabe si de de soberbia o de ingenuidad. Ver u oir a todos esos p[ersonajes para quienes la OEA era el Ministerio de Colonias de los estados Unidos hasta hace poco, apoyándo y pidiendo respaldo y respeto para la organización, en un despliegue de hipocresía francamente disgustante, es excesivo.
Y cínico. Evo, el inefable cacique que pretende que los bolivianos vuelvan a adorar el Sol y la Luna siguiendo los consejos y la guía que les imparte cada que visita los distintos territorios de su país en helicóptero, acusa a los americanos de haber fraguado el golpe, no importa lo que diga Obama, y al mismo tiempo exige la no intervención en los asuntos de otros países, mientras su mentor y guía, el Cornel, amenaza con invadir a Honduras y el límpido Ortega realiza movimientos intimidatorios en la frontera.
Un distinguido analista internacional trata a los Hondurennos de idiotas por haber organizado el golpe, en lugar de haber juzgado al mastodonte que pasó de conservador a chavista cuando se le terminaba el período presidencial. Ellos alegan que su Constitución no permite juzgar al Presidente, simplemente porque a ninguno de sus juristas se le ocurrió que lo de Zelaya pudiera pasar. Al fin de cuentas siempre habían gobernado los mismos.
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