∫.- Cuando se leen los escritos de los opositores del Presidente uribe, uno tendría la impresión de que, en efecto, esa oposición, si bien repetitiva, monocorde y carece por lo general de imaginación, es una muestra de que aquí reina la libertad de pensamiento y de expresión. Hasta que aparece la tosca e hirsuta, pero inmensa habilidad política del Presidente. Porque sus movimientos no son sofisticados ni refinados, sino que se apoyan en el conocimiento de la condición elemental del carácter nacional, y en el apoyo real de la prensa.
Hace pocos días, un ex-superintendente de notariado y registro denunció, como gran cosa, que el gobierno había pagado favores políticos, concretamente el apoyo a la reelección presidencial, distribuyéndole notarías a los parlamentarios. Hubo un gran despliegue de prensa, y todo se encaminaba hacia el consabido y ruidoso escándalo mediático a que nos tienen acostumbrados.
A pesar de que -hay que recordarlo-, todos los gobiernos han usado al sector notarial para pagar toda clase de favores, y conceder privilegios. El hermano de un Presidente fué notario en Bogotá; un político del Valle fué nombrado para ayudarlo económicamente e innumerables individuos fueron premiados por su fidelidad a algún jefe político. Pero en esta época de sensacionalismo superficial, hacer un escándalo por tan antigua práctica es oportuno y conveniente en términos de rating.
Pero el Presidente resolvió apagar el fuego en su estilo: una nueva autorización a Piedad Córdoba para rescatar secuestrados. y naturalmente, la prensa se lanza con avidez a esta nueva información, ponderando el buen juicio del presidente. Y los notarios se esfuman como por encanto.
Y etonces entendemos que las profusas críticas que se escriben al unísono en los periódicos, solo son una válvula de seguridad, como en las ollas a presión, para calmar el descontento, sin amenazar verdaderamente el ambiente.
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