* Nada bien le han caído a los americanos y al propio Presidente Arias de Costa Rica, las maniobras efectistas del Presidente Zelaya en la frontera nicaragüense de su país.
En todo este proceso, el depuesto Presidente ha contado con el respaldo unánime de la OEA y la Comunidad Europea, para quienes su expulsión del poder fué un golpe militar absolutamente ilegal e inaceptable. Por ello la condición inamovible de todas las propuestas de arreglo ha sido el regreso de Zelaya al poder. Y la aceptación de la misma ha dejado invariablemente al gobierno de facto de Micheletti en la posición de parte intransigente.
Pero las maniobras de Zelaya, visiblemente acolitadas, entre otros por el canciller venezolano, le han hecho perder seriedad a sus aspiraciones y a su posición. Ellas no son otra cosa que una torpeza imperdonable.
Y es que cuando los negociadores empezaban a dar muestras de cansancio e impaciencia ante la terquedad de los golpistas, y parecian aproximarse a una decisión que condenaría irremediablemente al actual gobierno hondureño ante la comunidad internacional, la falta de seriedad de Zelaya puede dar al traste con una pronta solución, lo que en últimas lo perjudica en una forma muy grave.
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