* Sorprende la indiferencia del mundo musulmán ante la persecución de los iugures en China. Y sorprende porque contrasta con la virulencia que han causado otros episodios menores: la publicación de unas caricaturas de Mahoma en Dinamarca, desató una verdadera declaración de guerra al mundo occidental. En Holanda, un documental provocó el asesinato de su autor, y un político muy crítico del Islam fué igualmente asesinado. Salman Rushie anda por el mundo hace más de veinte años cargando con una fatwa o condena a muerte por haber escrito un libro alrededor de los llamados "versos satánicos", esos que el Profeta escribió, -dicen los teólogos-, bajo la inspiración del demonio, aprovechando una distracción del arcángel. Ultimamente, el ataque de Sarkozy al velo de las mujeres ha sido otra ocasión de rebelión de los seguidores de Alá. Y todos los crímenes y ataques han sido seguidos masiva y fieramente por el mundo musulmán, que, de ese modo aprovecha las libertades que tiene en Europa para atacar la propia fuente de las mismas.
Es por eso que, como se dice, el silencio musulmán ante la masacre de sus correkigionarios Uigures por los Ham en china resulta tan atronador: ningún gobierno, ningún Ayatola, ningún defensor de la fé ha dicho nada. Lo que demostraría que entre los fieles y n solo entre los infieles, hay gentes de segunda clase.
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