Los cinco años de la invasión norteamericana a Irak han provocado toda clase de críticas, justificadas contra los Estados Unidos. Pero también es cierto que uno de los deportes más fáciles de practicar, y más populares es atacar a ese país, y la inmensa mayoría de los periodistas del mundo, (con el especialísimo ejemplo, de los españoles, que son los peores de todos por ignorantes, y el de los franceses por anti-yankis obsesivos) prefieren hacerlo por pura alharaca superficial, y con argumentos efectistas y vacíos, en lugar de dedicar su tiempo a construir análisis más serios, y sobre todo más respetuosos con el público que busca en sus escritos información valiosa.
Y he aquí uno que falta: en prácticamente todos esos análisis se dice que la guerra ha resultado desvastadora, entre otras cosas por lo costosa. De los distintos escritos se deduce que en ella se han gastado o mejor despilfarrado entre 500.000 y 700.000 millones de dólares, como si ese dinero hubiera salido de los circuitos financieros para trasladarse a Marte.
Ahora, las preguntas son, - esa suma se ha gastado -en qué ? y lo más importante, -dónde ?
Pues esos gastos se han hecho en armamento, desde luego, y en todos los suministros del Ejército norteamericano, pero además, en contratos para la administración de esos recursos bélicos y para cuestiones de seguridad y también la reconstrucción del país. Y los armamentos los construyen las propias fábricas norteamericanas, que son los grandes contratistas del gobierno. Y las firmas y empresas de seguridad, administración y reconstrucción son también de los EE. UU.
Todos los estudios de economía son coincidentes en que ese país salió de la recesión de los años 30 y de sus efectos, por la II Guerra Mundial. Y el papel de las guerras en la expansión industrial norteamericana es algo que los especialistas siempre han tenido claro. En otras palabras, no será que la prolongación de la guerra de Irak es simplemente una estrategia para beneficiar a la propia industria norteamericana ?
El argumento socorrido de que el gasto de la guerra, en términos exclusivamente económicos, podría haberse invertido en hospitales y seguridad social es solo eso: un argumento, porque, de todos modos ese dinero no se habría invertido en tales objetivos.
La guerra de Irak es criticable por las vidas que se pierden, y el horror que desató al romper un frágil equilibrio represivo que mantenía a raya los sectarismos religiosos entre chiitas y sunitas, y por la sinrazón de su justificación política. Pero algo aún más siniestro que los críticos superficiales y sensacionalistas son demasiado miopes para ver: que es ante todo y por sobre todo una gigantesca empresa económica, y por eso durará mientras los industriales la necesiten.
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