La Suprema Corte de los EE. UU. no falla más de 100 casos por año. Además tiene la potestad de escoger los casos sobre los cuales ha de pronunciarse, de entre los que le son sometidos por los recurrentes. Uno de los casos que acaba de seleccionar, se refiere al interesante y controvertido tema de la censura de las transmisiones por radio y televisión, por lenguaje vulgar. Los magistrados acordaron darle una oportunidad a la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Federal Communications Commission) para que defienda su decisión de empezar a penalizar a quienes transmitan vulgaridades al aire, en un cambio abrupto en su política, la cual fué considerada procesalmente equivocada, por una Corte Federal, hace un año.
Hace casi 30 años que la Supreme Court se pronunció sobre el caso de las siete palabras sucias (“seven dirty words”) al considerar que la Primera Enmienda no impedía que el Gobierno regulara las transmisiones que, aunque "indecentes", no fueran realmente obscenas. La transmisión en causa fué un monólogo de 12 minutos del comediante George Carlin, llamado“Filthy Words,” (palabras indecentes), en el que éste desafió deliberadamente las normas federales recalcando "las palabras que uno no podía decir".
A lo largo de los años posteriores a este fallo, y a pesar de su victoria, la F.C.C. ejerció sus poderes de manera muy benévola dejando de lado palabras que no reflejaran "el uso deliberado y repetido de una forma claramente ofensiva", como dijo en una declaración pública de 1987. En un documento de "instrucciones"“expedido en 2001, la Comisión expresó que al decidir si se sancionaba o no a un locutor con multa o revocación de su licencia, tendría en cuenta " si el material consiste en, o repite de manera extensa la descripción de órganos sexuales o excretores o sus actividades". La decisión señaló que "se consideraría de gran importancia todo el contexto en el que apareciera el material".
Este enfoque cambió cuando la transmisión de la NBC del Golden Globe Awards de 2.003, generó muchas críticas, por la gruesa palabra que el cantante Bono usó para expresar su alegría al recibir el premio a la mejor canción original. La Comisión desautorizó a su propia Oficina de Control que había rechazado las críticas con base en la política existente, y decidió que la palabrota caía dentro de la definición de indecencia, ya que evocaba invariablemente una "imágen de relación sexual", lo cual hacía su difusión "chocante e injustificada". No obstante NBC no fué sancionada, porque según dijo la Comisión en su "Golden Globe Awards Order" de 2.003, la cadena no había sido informada de la nueva posición.
Quejas sobre otras transmisiones, como la de los Billboard Music Awards en la cadena Fox hicieron que la cuestión fuera finalmente aceptada por la Corte el lunes pasado. Los comediantes Cher, al recibir su premio y, Nicole Richie, al anunciar otro, pronunciaron las palabras de grueso calibre que produjeron las protestas. Nuevamente la Comisión se limitó a hacer advertencias, por lo que una alianza de programadoras llevó el caso a la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito de Nueva York alegando objeciones de carácter constitucional. En una decisión por mayoría, la Corte sostuvo, en esencia, que la Comisión había cambiado sus reglas sin una notificación previa. Tras declarar que las palabras pronunciadas estaban dentro del marco de amparo de la Primera Enmienda, el Juez Pooler expresó que coincidía con las empresas de televisión en el sentido de que los criterios de juicio de la F.C.C. eran " indefinidos, ininteligibles, inconsistentes, y, en consecuencia, inconstitucionalmente vagos."
En la apelación ante la Suprema Corte, -Federal Communications Commission v. Fox Television Stations, No. 07-582,- la Comisión dijo que la sentencia la dejaba en una "posición insostenible", al hacerla "responsable por la corrección en las transmisiones a tiempo que se le negaban simultáneamente las herramientas efectivas para enfrentar los problemas."
La cuestión es, pues, muy interesante desde el punto de vista de la libertad de expresión, pero también desde la perspectiva del derecho de los televidentes a un lenguaje apropiado, y la Suprema Corte tendrá que tomar una decisión que satisfaga a todas las partes, lo cual no vé nada fácil.
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