Es extraño porque la gran mayoría de quienes escriben en ella las columnas de opinión, parecen pertenecer a la oposición. Pero los editoriales de esos mismos medios están abiertamente a favor del sistema y del gobierno. Hay periódicos que pertenecen a grandes grupos financieros cuyos intereses naturalmente dependen de la estabilidad del sistema capitalista y de libre empresa que la Constitución garantiza, pero parecen entender que al dar refugio a los enemigos de ese mismo sistema, o por lo menos a quienes lo critican sin cuartel, ya sea por convicción o en el entendidio de que no está seriamente amenazado, están simplemente haciendo otro negocio. Claro que esa no es una práctica exclusivaente nacional: el dueño del diario francés Libération, fundado por Jean-Paul Sartre para defender las ideas de izquierda en ese país es actualmente el millonario Édouard de Rothschild, miembro de una de las familias legendarias de la aristocracia financiera de Europa.
Y parece que esa es la práctica que se impone en el mundo.
Pero quienes creemos que la prensa debe ser transparente e íntegra si quiere que se le reconozca legitimidad en sus posiciones frente al poder. Y eso es muy difícil cuando se hace evidente que es apenas una inversión más, hecha para obtener lucro que es lo que caracteriza a las empresas comerciales.
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