El Presidente Correa tiene grandes problemas en su país. La prensa está casi totalmente en su contra, y los sectores de la política distintos a los suyos, así como sectores de la opinón pública calificada con los juristas, están muy preocupados por su Asamblea Constituyente, que, habiéndose convocado apenas para reformar la Carta, ha declarado que va a expedir otra Constitución, pero anda enredada en temas metafísicos como el nombre de Dios, o extravagantes como el carácter patológico o no, del homosexualismo, aunque sus verdaderos objetivos parecen ser lanzar la República Bolivariana del Ecuador. El Congreso fué cerrado y nadie parece tener mucha claridad sobre el inmediato futuro del país.
Pero Ecuador es muy susceptible al discurso nacionalista, algo que en Colombia nadie comprende. Y es por ello que, para consumo interno, el mandatario ecuatoriano ha decidido jugarse la carta del orgullo patrio, con el fin de aglutinar solidaridades. Pero es muy posible que la gente empiece a cansarse de ese ritornello que no va a conducir a nada, distinto de la perturbación innecesaria de la tranquilidad social.
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