Sigue la contienda dentro del Partido Demócrata norteamericano, con el enfrentamiento entre Hillary Clinton y Barak Obama. El último debe ganar en Mississipi, a tiempo que se hace evidente una división racial entre los votantes, dado que los negros apoyan masivamente a Obama. Aunque la situación permanece en cierto modo indefinida entre los dos candidatos, no es fácil adivinar el efecto que estas particiones tendrán en el enfrentamiento final de cualquiera de ellos con el Senador Mc Cain.
Entre tanto, en una de esas extrañas reacciones de puritanismo sexual tan propias de la cultura protestante, hay un gran escándalo porque el Gobernador de Nueva York, que entre otras cosas es judío y ganó prestigio por su lucha como Procurador contra los grandes pulpos financieros, parece que se relacionó con una prostituta de alto vuelo. Es uno de esos escándalos que, con razón o sin ella, le resultan completamente incomprensibles a nuestra cultura católica y latina.
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