Con el respaldo y apoyo de Occidente, la provincia servia de Kosovo se ha declarado hoy independiente. Es la culminación de una aspiración que se fundamenta en que la gran mayoría de la población de esta región es de orígen albanés, y solo un 10% de los habitantes es de orígen servio. Pero Servia ha declarado que no reconocerá jamás a la pretendida nueva nación. Y Rusia la ha apoyado, pidiendo, además, una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el objeto de que declare nula la declaración de la independencia kosovar.
El problema es grave, y sus repercusiones impredecibles, porque pone a Rusia en contra de Europa, en menor medida de los Estados Unidos; y si esa nación pretende, como lo ha demostrado recientemente, ocupar un lugar importante en la política mundial, tendrá que adoptar una posición drástica en apoyo de los servios. Todo lo cual enrarece de manera peligrosa las relaciones internacionales.
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