Cuando la crisis que estalló recientemente en Kenia no parece todavía cerca de un arreglo, nuevos problemas estallan en Chad, cuya capital Djemena ha sido cercada por rebeldes que buscan derrocar al presidente Idriss Dévy, gobernante y dictador inamovible desde 1.990 que, como pasa cuando a las potencias les conviene, es sin embargo apoyado por Francia. Y nuevamente se despliega el espectáculo tradicional: los aviones de los países europeos evacuando a sus nacionales, y dejando a su suerte a los pobladores locales.
Ahora vendrán las reuniones y conferencias que demostrarán, una vez más, que los europeos son maravillosos para criticar los esfuerzos ajenos y clamar por las intervenciones militares o pacificadoras, siempre que las hagan otros, y absolutamente incompetentes y pasivos cuando es a ellos a quienes les corresponde apagar los incendios en sus antiguas colonias.
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