- Porqué se ha vuelto tan complicado para las Cortes, elegir sus presidentes ? Hace años ese era un procedimiento relativamente sencillo en torno del cual los magistrados respectivos se ponían de acuerdo en un tiempo breve. El ungido, por su parte, no tenía otra función que la de dirigir las sesiones plenarias de la corporación, administrar los sencillos asuntos administrativos de la misma, y ejercer su representación social y ante los medios. Era muy raro que esa tranquila rutina se alterara, lo que ocurría apenas para asistir a la ceremoniosa instalación de las Çámaras, o para unos pocos afortunados, para la posesión del presidente de la República. Cumplidos estos ritos, el presidente de turno terminaba su período en un beatífico empalme, colmado su espíritu en la certeza de haber pasado a la historia de la institución.
Pero a partir de la Constitución de 1.991 las cosas cambiaron: la Carta fundamental llenó a los presidentes de las Cortes y a las propias corporaciones de funciones políticas, lo cual no solo desvió a éstas últimas de sus competencias auténticas sino que las contaminó con influencias inconvenientes y peligrosas. Y lo que era apenas un cargo serenamente honorífico se volvió una apetecida investidural.
Ello explica entonces, porqué la designación de los presidente de las corporaciones judiciales se volvió complicada y tortuosa.
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