Un sacerdote de Viterbo, en Italia se ha negado a casar a un parapléjico porque no puede consumar el matrimonio. Como no lo pueden consumar los impotentes. Naturalmente, en nombre de los derechos humanos y el libre desarrollo de la personalidad, la decisión ha producido las protestas que era de esperar.
Pero desde el punto de vista de la Iglesia, que es el del Derecho Canónico, la decisión es perfectamente lógica. Pero desde el punto de vista de quienes la critican, también. Para la Iglesia la razón de ser del matrimonio es la perpetuación de la especie a travees de la familia como institucieon social. El matrimonio es un sacramento que santifica una asociación; la de un hombre y una mujer concebida para proteger y orientar a los hijos. En ella hay una distribución del trabajo: el hombre busca los medios de subsistencia y la mujer, entre tanto, cuida y educa a los hijos. Por eso la Iglesia no concibe el sexo como un placer por fuera del matrimonio sino como un estímulo a la multiplicación de los seres humanos. Entonces, si el hombre o la mujer padecende algún impedimento físico que les impida procrear, según la Iglesia no tienen razón alguna para contraer matrimonio.
Por su parte, la sociedad actual valora, ante todo el derecho al libre desarrollo de la intimidad. Y si esa libertad o ese desarrollo pasan por un matrimonio pactado civilmente, la ley debe proteger esa decisión. El la sociedad actual, la distribución de tareas que la Iglesia preconiza no tiene ninguna realidad. La mujer busca y está alcanzando ya un estátus de igualdad en sus derechos con el hombre, y ni desea ni tiene razón algúna para privarse de educación superior y de total autonomía personal y laboral. Además, las instituciones del Estado de bienestar, y las guarderías reemplazan a las amas de casa frente a los hijos. por tanto la visión del matrimonio y la familia como elementos esenciales de la sociedad ya no se justifica.
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