Pesimistas son quienes creen que este país está camino de la disolución por haber padecido el flagelo paramilitar que terminó contaminando a un número elevado de parlamentarios y políticos. Que la posibilidad de un tercer mandato del presidente es un paso más hacia la dictadura. Que la caída del dólar es el principio de la caída del país en el abismo económico y la miseria generalizada. Se habla de la deslegitimación del Congreso. De la corrupción de la Corte, y de un estado general de postración de la Nación.
Optimistas son los que piensan que precisamente el hecho de que el país enfrentara el problema de la parapolítica es una señal de salud democrática y fortaleza institucional. Que un tercer mandato del presidente no es muy seguro y en todo caso tampoco implica necesariamente un gobierno dictatorial. Que no se puede confundir el análisis objetivo de la situación del país con el ejercicio de la oposición. Que infortunadamente el sistema capitalista está sujeto irremediablemente a crisis periódicas, y que lo importante es que el país busque la manera de minimizar sus efectos. Que en esas crisis unos sectores de la producción quedan afectados más severamente que otros. Que no se puede confundir el interés de algunos que se han beneficiado hasta hoy con el interés de todos. Que la guerrilla está arrinconada. Y que este es un país de optimistas silenciosos y de pesimistas vociferantes.
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